Mundo ficciónIniciar sesiónLaila despertó antes del reloj, con esa lucidez cruel que trae las decisiones importantes. El cuarto estaba frío y limpio; una línea de luz se filtraba por la cortina barata y dejaba sobre el piso una franja pálida. Se quedó mirando el techo unos segundos, como quien le toma pulso al día. El corazón iba más rápido que de costumbre. No era ansiedad —o no solo—; era otra cosa, un bulto tibio detrás del esternón que no sabía si llamar alegría o peligro.
Se vistió con ropa cómoda, recogió el cabello en una trenza y preparó café en la prensa pequeña. En la mesa, el cuaderno de la prepa esperaba con marcas fluorescentes y orejas dobladas. Laila repasó dos ejercicios, subrayó una definición y cerró la tapa con un gesto suave. En el celular hab&







