Mundo ficciónIniciar sesiónEl reloj marcaba las nueve y media cuando Marcus llegó al penthouse.
El sonido de sus llaves contra la madera pareció más fuerte que de costumbre. No era solo cansancio; había algo en su pecho que latía fuera de ritmo, como si el corazón se negara a seguirle el paso a la cabeza.
Dejó el maletín sobre la mesa y se quedó quieto unos segundos. La ciudad respiraba detrás del ventanal: luces frías, murmullos lejanos, ese pulso constante de Nueva York que parece no detenerse nunca. En su teléfono, un mensaje sin responder seguía esperándolo: “Aún no me baja. Estoy preocupada. Te aviso si hay algo más.”
De Clara.
Marcus apag&oacu







