En el bosque, cerca de la casa de campaña, todo parecía perfecto.
Los rayos del sol atravesaban los árboles, dibujando patrones de luz y sombra sobre la hierba fresca, mientras el murmullo del viento y el canto lejano de los pájaros creaban una sensación de paz casi irreal.
El aire olía a tierra húmeda y a hojas recién caídas, y por un momento, todo parecía detenido en una armonía perfecta.
Era un día que prometía tranquilidad, celebración y orgullo.
Cuando finalmente llegaron las noticias al rey Alfa Crystol sobre que Eyssa había cazado un jabalí enorme, el entusiasmo se desbordó.
Hombres y mujeres del campamento murmuraban con admiración y respeto por la habilidad de la loba dorada, y el rey no pudo ocultar su orgullo.
Sus ojos brillaron mientras escuchaba la historia, y una sonrisa satisfecha se dibujó en su rostro.
Pero esa calma se rompió de repente.
Gritos desgarradores atravesaron el aire, cortando la serenidad como un filo de cuchillo.
Todos voltearon, alarmados, y vieron a Hes