Cuando el príncipe Alessander recibió la noticia, el mundo pareció detenerse.
Había estado entrenando con su lobo en los bosques exteriores del castillo, cuando un mensajero llegó, pálido y tembloroso, con la voz quebrada por el miedo.
—Su Alteza… su padre, el rey Jarek… ha caído enfermo. Se encuentra muy grave.
No esperó más.
El corazón de Alessander se disparó. Salió corriendo con el alma, desgarrándose a cada paso. Solo pensaba en su padre. En llegar. En salvarlo si aún había tiempo.
Pero cuando estaba por alcanzar los pasillos que conducían a las cámaras reales… otra noticia lo detuvo en seco.
—¡Príncipe! ¡La Luna Elara ha sido arrestada! Fue acusada de traicionar al rey Alfa. La llevan a las mazmorras... ahora mismo.
Fue como si el aire se congelara a su alrededor.
Los ojos del príncipe brillaron intensamente, tornándose de un dorado puro, centelleante, como si el sol mismo ardiera en sus pupilas.
Una furia lo atravesó. El alma del lobo en su interior despertó con un rugido silenc