Hester lanzó un rugido poderoso que resonó en el aire, haciendo que todo su ejército y Heller retrocedieran, paralizados por la fuerza de su llamado.
La tierra tembló bajo sus patas, y el sonido era tan profundo y feroz que parecía que el mismo cielo se partía.
Heller lo miró, atónito, reconociendo la forma imponente y majestuosa que se alzaba ante él. ¡Era el lobo de su hermano!
—¡No puede ser! ¡No puede ser! —gritó, su voz llena de incredulidad y desesperación.
En ese instante, Eyssa, quien había estado atrapada en la forma de bestia, dejó de ser un monstruo para transformarse en loba y luego en humana.
Sin embargo, su cuerpo estaba cubierto de heridas, y al instante, cayó al suelo, exhausta.
El lobo de Hester se acercó a ella, lamiendo su rostro con dulzura, mientras otros de sus lobos guerreros llegaban, ansiosos por entender la situación.
—Hester… volviste de la muerte por mí —susurró Eyssa, su voz temblando entre el dolor y la alegría.
Él aulló, un sonido lleno de amor y alivio,