Un murmullo recorrió la sala como una corriente helada.
Rhyssa tragó saliva. Idaly cerró los ojos con fuerza, deseando no estar presente.
Jarek alzó una ceja. No era solo duda lo que cruzaba su rostro. Era furia contenida. Era rabia disfrazada de paciencia.
—Tal vez… es muy pronto, su majestad. —intentó explicar Rhyssa—. La doctora dijo que los primeros días son inciertos. Que el vínculo todavía no es fuerte. Que el aroma puede tardar…
Jarek ladeó el rostro.
—¿La doctora? ¿Idaly te dijo eso?
Idaly sintió todos los ojos clavarse en ella. Asintió con una expresión neutra.
—Es cierto, su majestad —respondió, con voz forzada—. El embarazo es reciente, y… debido a la naturaleza delicada de su linaje, el cachorro está inestable. Aconsejo esperar antes de realizar cualquier juicio.
—¿Inestable? —repitió Jarek. Su voz era un cuchillo.
—Sí —agregó Idaly—. No lo recomendaría… pero podemos realizar una prueba de sangre en unas semanas. Lo sabremos entonces con certeza.
Jarek giró lentamente, mira