La siguiente noche la ceremonia estaba por comenzar.
Todo estaba dispuesto para recibir a Elara como nueva integrante de la manada Rosso.
En el gran claro, justo frente al altar de piedra negra donde tantas generaciones habían sido juradas a la manada, ardían antorchas encendidas con llamas de resina roja, el fuego tradicional del linaje Rosso.
Alrededor, los miembros de la manada aguardaban en completo silencio, expectantes.
También estaba allí la manada Golden, que había viajado durante horas por los viejos caminos del bosque para ser testigos del ascenso de su Alfa.
Ellos sabían que cuando Elara tomara su lugar junto al Rey Alfa Jarek, la alianza sería sellada no solo con palabras, sino con sangre y luna.
Y ellos serían bienvenidos como hermanos. Una fusión de dos almas… y de dos manadas.
***
En lo alto de la torre del ala este, en la habitación de la Luna Syrah, Elara se preparaba.
La antigua Luna la ayudaba a vestirse según las tradiciones más antiguas.
Llevaba un vestido blanco c