— ¿En verdad tienes esa impresión de mí? — Chris preguntó con cuidado sin quitarle la mirada a la chica que jugaba deliberadamente con su largo cabello oscuro.
Rachel lo miró y sonrió, era de esas personas a las que se le ilumina el rostro con una sonrisa.
— Ya cenamos, ya bebimos — Ella dijo mirando a la botella de vino casi vacía sobre la mesa — ¿A dónde iremos ahora?
Chris soltó una risita tonta.
— No creo que vayamos a ninguna parte, estoy ebrio — Trastabilló las palabras y a Rachel le pareció de lo más tierno, el hombre había terminado por compartir con ella todas sus cuitas y desamores, y ahora parecía sentirse libre, pero era cierto, no podía conducir en ese estado.
Ella, por otra parte, contaba con un metabolismo mucho más rápido, uno que desintegraba el alcohol como si fuera