La noche no era buena para Leo, los dados habían sido echados sobre la suerte del Alfa, y muy pronto también lo serían sobre la rubia, para quien tampoco era una buena noche, que en Settle, a kilómetros de distancia, mantenía su lucha personal contra la fiebre recurrente y creciente de Ethan.
— Mami, me duele mucho…— El pequeño ángel de Sienna gimoteó en los brazos de su madre.
— Cariño mío, ten paciencia, vas a salir de esto como lo has hecho con todo, amor. ¡Eres un niño fuerte! siempre lo logras, amor… — La madre le dijo tratando de darle ánimo, aunque por dentro, la falsa sonrisa estaba a punto de quebrarse.
— Pero mami, ¿Hasta cuándo estaré así? Dijiste que con la operación todo estaría bien, y todavía sigo enfermo… yo quiero ir a la escuela otra vez, y quiero jugar con