Desde que soy niña, siempre he odiado el día de después. El día después de tu cumpleaños, cuando te das cuenta de que todos son especiales contigo solo porque es tu día especial. O el día después de volver de vacaciones, cuando tienes que aceptar que estás volviendo a la rutina de la cual siempre intentas escapar. También en Navidades o San Valentín… puedo seguir con la lista durante todo el día.
Este es mi día de después…
El día después de que un desconocido extremadamente sexy, rico e inteligente me follara en un ascensor, después de beber durante toda la noche. Ahora estoy despertando sola en una cama king, con sábanas de algodón blanco y un dolor de cabeza que me hace gemir en consternación. ¿Por qué bebí tanto? Agh, mi cuñado siempre dice que el whisky no deja resaca, pero acabo de descubrir que está mintiendo.
Miro mi cuerpo y pego un grito ahogado: estoy en ropa interior. Lo que más me sorprende no es eso, sino el hecho de que puedo recordar todo con absoluta claridad. Follé a Andrew en un ascensor, luego me desmayé en sus brazos y ahora amanezco sola.
Gimo en la cama, mirando al techo. Las cortinas corridas no permiten que el sol me ciegue, pero tomando en cuenta la luz de afuera, estamos casi al mediodía. Joder. Me levanto de un salto y pego un grito cuando el dolor de cabeza se intensifica. Si es tan tarde, no quiero que me cobren el uso extra de la habitación, o peor aún, que me cobren una noche más. Mañana comienzo mis pasantías en uno de los mejores bufetes de la ciudad, así que no tengo más que cincuenta dólares en mi cuenta y estoy bastante segura de que una noche en esta habitación vale cinco veces más que eso.
Dios, soy una tonta, ¡tonta! ¿Cómo pude acostarme con un hombre que acababa de conocer? Aunque en realidad, mi rabia no es por eso. Me siento como una idiota, despertando sola en una cama. Encuentro una nota en la mesita de noche y cuando la leo, mi rabia hacia los hombres solo aumenta.
Gracias por una noche inolvidable.
Eres inolvidable.
Andrew
Inclusive la firma, como si no supiera ya que es de él. Dejo la nota de nuevo en la mesita y me encojo de hombros, decidiendo que no voy a dejar que me importe. Acabo de terminar mi relación de cuatro años, mi prometido me engañó y lo único en lo que estoy pensando es en el hombre que apenas y conozco. Me doy una ducha, lavo mi cabello y mi cuerpo, lo que alivia un poco el dolor de cabeza. Cuando salgo, escucho golpes en la puerta. Corro a abrirla, esperando que no sea nadie de la administración para pedirme que me vaya. Ni siquiera he terminado de vestirme.
—Señorita —saluda el mismo chico de ayer, sonriéndome con amabilidad—. Le traje el desayuno.
Arrugo mi frente. —No pedí desayuno.
—El señor Andrew dejó el desayuno encargado para usted. No sabía qué prefería, así que pidió un poco de todo —responde.
Tiene razón, en el carrito hay de todo: fruta, café, jugo, agua, pan, huevos e inclusive yogur. Joder, demasiada comida para mí sola.
—¿Sabe dónde está el señor Andrew? —pregunto, con la esperanza de que me diga que está en el gimnasio, o que ha salido por un momento.
Pero la expresión de lástima me indica que no tengo tanta suerte. —El señor se fue muy temprano por la mañana. Aseguró que si necesita algún tipo de transporte, tenemos taxis disponibles.
Sonrío, pero mi sonrisa es agridulce. Lo dejo pasar y permito que me sirva el desayuno sobre una de las mesas frente al balcón, para disfrutar de la vista. Ahora que me dejaron claro que puedo quedarme el tiempo que necesite, me doy mi tiempo, retrasando el momento de tener que volver a mi realidad.
Mañana comienzo mis pasantías, también tengo que darle explicaciones a mi hermana sobre qué ocurrió anoche y por qué Brent actuó como un imbécil. Además de eso, tengo que fingir que no me importa que la mejor cita que haya tenido en mi vida terminara conmigo siendo dejada con una nota de papel y un desayuno fantástico.
Seco mi cabello y vuelvo a ponerme mi ropa, los jeans y la camiseta que Andrew encontró para mí. Muerdo mi labio inferior al sentir su perfume en la prenda y en ese mismo momento decido que nunca voy a lavarla. No puedo realmente molestarme con él. Anoche me dejó claro que no busca una relación, así que no tiene sentido que esté decepcionada de algo que nunca me prometieron. Para cuando estoy lista, un taxi me está esperando en la entrada del hotel. Me subo y cierro la puerta, decidiendo que, una vez que llegue a casa, voy a poner mi vida de nuevo en orden.
Cuando llegué a casa, vi el coche de Fran afuera, una señal de que ya había vuelto a casa. Es asesor de inmuebles, por lo que constantemente tiene viajes fuera de la ciudad o del país. Mi hermana y él han estado juntos toda la vida, en realidad, desde que ella tiene dieciséis años. Se conocieron en el instituto y han estado juntos desde entonces. Mi hermana tiene tres hermosos niños, dos gemelos y la preciosa Sophia, así que accedieron a dejarme quedar en la casa de huéspedes a un costado de su propiedad.
Me cambio de ropa rápidamente por un mono de yoga y una sudadera. Es domingo y no pretendo hacer nada más que sentir lástima por mí misma. Salgo de mi casa y camino los pocos metros hasta detenerme en la puerta trasera de la casa de mi hermana. No toco la puerta, nunca he tenido la necesidad; para ellos soy como parte de la familia.
Encuentro a mi hermana en la isla de la cocina, gritándole a Railey, mi sobrino mayor, que deje de molestar a su hermana. Ambos corren alrededor de ella, lanzándose lo que parece ser harina y riéndose mientras ignoran a su madre. Alana tiene a la pequeña bebé en los brazos, es la última de los tres, nació hace apenas dieciocho meses, pero por la expresión cansada de mi hermana, sigue siendo difícil para ella.
—¡Tía! —exclama Railey, viéndome llegar. Ambos niños corren hacia mí y me abrazan; soy orgullosamente su tía favorita, la que les pone pelis de terror, les da dulces de contrabando y los lleva de paseo cuando su madre necesita un descanso.
Mi hermana suspira de alivio al verme llegar. Después de la muerte de mi madre, se volvió sobreprotectora conmigo. La idea de vivir junto a su casa nació de ella y la preocupación de que viviera sola en una ciudad tan grande. Además, Fran no quería que se quedara tanto tiempo sola con los niños cuando saliera de viaje y, conmigo aquí, al menos sabe que nunca lo estará.
—Gracias a Dios llegaste —dice, negando en desaprobación. —Estaba preocupada por ti.
Abrazo a mis pequeños monstruos y les doy un beso en la cabeza a cada uno, los amo con mi vida.— ¿Por qué no van a ver un rato la tele? La tía tiene que hablar con su madre.
Mi hermana alza las cejas, no es la más fanatica de las pantallas, así que les limita mucho el acceso a la televisón, pero sabe que si lo estoy haciendo, es por alguna razón. Una vez que mis sobrinos corren fuera de la cocina y se ponen a pelear por el control, comienzo hablar.
—Se folló a Gloria —suelto, la rabia me carcome de nuevo. —¡Y luego me ha dejado tirada en la carretera de vuelta aquí!
Mi hermana abre los ojos como platos. —¿La que iba a ser tu madrina de bodas? —pregunta de nuevo, como si no pudiera creerlo.
—Esa misma. Ahora que lo pienso, él fue quien insistió para que la hiciera una de nuestras madrinas.
—Es un imbécil, te lo advertí cuando lo trajiste a casa. —Tiene razón. En realidad, Brent no le gustaba a nadie más que a mí. Ni a mi hermana, ni a Fran, ni a mis sobrinos y tampoco a mis amigas fuera de la universidad. Tal vez porque todos podían darse cuenta de que era un idiota, menos yo.
—Lo sé —acepto resignada.
Las palabras de Andrew vuelven a mi mente: al menos te diste cuenta de quién era antes de casarte, algunos no tienen la misma suerte. Como él mismo dijo, al menos me enteré antes de casarme.
—No luces como una mujer despechada, ¿seguro que estás bien? No vas a enloquecer o algo así.
—Me he enamorado —confieso, suspirando como una tonta. —He conocido a un hombre increíble anoche que me ha hecho olvidar por completo a Brent. Y luego me ha dejado tirada esta mañana en una suite de hotel, pero ni siquiera se despidió.
—Espera, acabo de entrar en una dimensión desconocida —murmura, incrédula. —Prepararé café, lo vamos a necesitar.
Me pasa a la pequeña Sophia, mientras lo prepara. Unos minutos después, pone una taza de café humeante y sin leche frente a mí. —Ahora cuéntame todo.
Durante media hora, le cuento a Alana todo sobre mi noche increíble. Le cuento acerca de la infidelidad de Brent, le confieso que estoy casi segura de que no ha sido la primera vez. Mi humor cambia rápidamente cuando llego a la parte donde conocí a Andrew, porque esto fue lo mejor de toda la noche. Para cuando termino de contar todo, sin omitir detalles, ella parpadea, mirándome en silencio durante unos segundos.
—Lo siento, pero ¿dónde está mi hermanita? —pregunta, sus cejas alzadas. —Lo más sorprendente de todo es que mandaste al diablo a Brent. Y de pronto llega un desconocido y hace que lo olvides en cinco minutos.
—¿Te olvidas de la parte donde me engañó con Gloria?
—Lo que digo es que, tal vez este hombre no sea tan especial, tal vez solo necesitabas una escapada a la realidad para poder sobrellevar el golpe tan duro que recibiste anoche. ¡Mírate! Estás más molesta acerca de un hombre que acabas de conocer, que del hecho de que tu prometido se folló a tu compañera de clases.
Tiene sentido, realmente lo tiene. Dentro de mí quiero creer que lo que tuvimos anoche fue real, pero siendo sincera, el hombre se fue sin decir nada, ni siquiera dejó su número o pidió el mío. Está claro que, sea lo que sea que pasó anoche entre nosotros, para él no fue tan transcendental como para mí. Y Alana se ha dado cuenta de eso antes que yo.
Dios, soy una idiota.
—Sea lo que sea, no lo volveré a ver, así que no importa —respondo, encogiéndome de hombros. —Su polla no es tan buena después de todo.
—Espero que estés hablando de pollas con mi esposa —murmura Fran, justo en ese momento, entrando por la puerta trasera.— ¿Qué pasó ahora?
—El imbecil la engañó, como predije, y luego conoció a tipo rico que la folló en un ascensor y la abandonó sin despedirse.
Fran es como un hermano mayor para mí, ¿han visto que alguien le cuente sus intimidades sexuales a sus hermanos mayores? ¡Jamás!
—¡Puedes solo callarte! —ordeno, gruñéndole a mi hermana.
Fran niega con la cabeza. —Ambos son unos imbéciles, déjalos, estás mejor sola.
Mi hermana le sonríe con absoluta adoración. —¿Ves? Esa es una buena idea, solo olvídalo y concéntrate en tu carrera.
Asiento, saliendo de la casa. Mi hermana y Fran han pasado muchos días separados, así que probablemente solo quieran estar solos y yo necesito volver a dormir. Mañana comienzo en el bufete asociado y tengo que estar tan fresca como una lechuga.
Brent no vuelve a llamarme, lo que es un alivio porque no quiero hablar con él. Paso toda la tarde en mi habitación, dormitando, dando vueltas en la cama y reviviendo la noche anterior una y otra vez. Mis sobrinos tocan mi puerta desesperados después de las cinco de la tarde y sé que papá y mamá han estado ocupados en sus asuntos. Les abro la puerta y los dejo pasar.
Railey lanza la pelota a su hermana y este se cae sobre la alfombra, derribando una de mis plantas artificiales.
Cuando se van, después de las nueve de la noche, me acuesto a dormir. Necesito las energías renovadas porque, después de todo, mañana comenzaba mi nueva vida.
Esperaba que me fuera mucho mejor que con los hombres.
Hola! Espero estén muy bien, les cuento que esta es mi primera historia aquí, es un poco pasión y emotiva, también toca el tema de la ansiedad, y algunas escenas son bastante eróticas. Espero que esta historia les agrade, déjenme sus comentarios para saber si les está gustando.