Me retiro de la oficina de Lexi, luchando con las carpetas y su peso. Pero el mayor peso lo siento en mi estómago. Cada paso es más pesado que el otro, y cuando por fin llego a mi cubículo, me doy cuenta de que es el peor lugar para trabajar en algo así. El tamaño es angosto, el escritorio ya tiene demasiadas cosas encima y no podría trabajar libremente allí. Me dejo caer en mi silla para descansar de las carpetas y me comunico con Mía para pedir la autorización de utilizar la sala de reuniones. Solo está habitada cuando Andrew o algún otro abogado exponen un caso, hacen reuniones del personal o reciben a los pasantes, así que casi siempre está vacía. La obtengo con facilidad.
Tomo de nuevo las carpetas, esta vez solo la mitad, y las llevo hacia la sala de juntas. En tres viajes de ida y vuelta, ya tengo mi laptop, mi café, algunos lápices y todas las carpetas esparcidas alrededor de la enorme mesa ovalada. Una maraña de licencias cruzadas, historiales de demandas por derechos de auto