Llegué a la oficina con diez minutos de retraso. El metro estaba abarrotado y tuve que caminar cuatro cuadras, ya que la parada más cercana estaba cerrada. Además, tuve que esperar a que mi hermana se fuera con mis sobrinos. Como la cobarde que soy, no estoy preparada para sus preguntas, necesito más tiempo para aclarar mis ideas antes de decirle algo que la romperá para siempre.
Al menos, el vestuario que escogí hoy iba acorde a cómo me sentía: oscura y triste. Traje un vestido que usé por última vez en el velorio de mi madre. No es nada del otro mundo, pero para mí tiene un significado especial: es el vestido con el que me siento más fuerte. Lo utilicé para enterrar a la persona que más amaba sin derrumbarme, y estoy segura de que no lo haré hoy. También apliqué suficiente maquillaje para que nadie notara lo hecha un desastre que me sentía.
Dejé mis cosas en el escritorio y lo primero que hice fue revisar mi correo. Tenía al menos cinco mensajes sin leer de Lexi, exigiendo respuesta