Al día siguiente, escojo un traje bonito, elegante y recatado para mi primer día. Agrego una camisa rojo pasión para destacar sutilmente. También añado un blazer negro encima y, junto con mi falda de tubo negra y mis zapatos de tacón alto, casi parezco una abogada que no acaba de salir de la universidad y que se muere de los nervios. Mi madre siempre nos enseñó a actuar seguras de nosotras mismas, aunque por dentro estemos cagadas de miedo. Si actúas como si tomaras el control, eventualmente lo tendrás, decía siempre.
Me repito ese mantra a mí misma una y otra vez, tratando de llenarme de toda la valentía que puedo. Aun insegura, me hago un moño y me maquillo sutilmente, pero agrego un labial rojo del tono de mi camisa y aquello es un plus, porque me siento mucho mejor ahora. Miro la hora y ¡joder! Voy tarde por unos minutos. Quiero llegar a tiempo en mi primer día, no a tiempo y mucho menos tarde. Tomo mis cosas, aplico un poco de perfume en mi ropa y cojo las llaves, corriendo hacia