Kiki Jones es una joven talentosa que lucha por abrirse camino en un mundo que a menudo le cierra las puertas, ignorándola por completo. Con sueños, y el deseo de vivir cada día al máximo, se debate entre el amor y la soledad, entre anhelos y las responsabilidades hacia su familia. A pesar de las dificultades, su espíritu valiente la impulsa a buscar su lugar en un universo que parece desafiarla en cada paso. Por otro lado, Alan Mendell es un joven abogado y empresario, entregado a su trabajo. Entre las exigencias de su madre y la rigidez de su padre, siente la constante presión de complacerlos, sin dejar de lado sus propios sueños y sentimientos. El destino tiene preparado el encuentro para estos dos jóvenes. Sus vidas se cruzarán en un momento inesperado, y a partir de allí surgirán confesiones, paseos, momentos divertidos que sembrarán las semillas del amor. Sin embargo, la historia no será sencilla: los padres de Alan tienen todo organizado para la boda del año con Kamil Dugarte, famosa modelo adinerada. La luz de la luna iluminará el camino de Alan y Kiki, que se verá marcada por secretos familiares y obstáculos que pondrán a prueba su amor. Pero, el amor deberá prevalecer en un mundo que, parece enfrentarlos a duras batallas, Kiki se sostendrá firme, guiada por una promesas y esperanzas. La vida es lo que decides hacer con ella, y las almas gemelas se encuentran para reconciliar sus destinos y vivir en plenitud. Kiki, mujer valiente en un mundo que, le muestra lo imposible y la hace sentir invisible, una vida que brilla bajo la luz de las estrellas. Una historia llena de fuerza, risas, emociones y más. El amor bajo la luz de la luna puede iluminar el camino más oscuro. La Autora
Leer másEl despertador sonaba cinco en punto, justo en ese momento Kiki despertaba extendiendo sus sabanas hacia un costado para salir de la cama a iniciar sus faenas, hizo una rutina de estiramientos para lograr estar en pie, el cansancio era tal que pediría unas merecidas vacaciones.
Su madre estaría también por despertar y pedir su taza de café.
-Otro día para una buena taza de café-. Colocaba la cafetera en el momento que el pan era untado de queso crema, huevos revueltos y tostadas para ella.
Servía con sumo cuidado para llevar la bandeja al comedor. Tenía que estar en su trabajo a las seis y treinta en punto.
La señora Marga dueña de la tienda donde trabajaba exigía puntualidad, pero siempre quería verla media hora antes de su ingreso, el tema era sencillo, debía colocar flores en su oficina, colocar todos los recibos, el café con crema y canela, y el periódico debidamente en la página de sociales, por eso era mejor no llegar ni un minuto tarde, le habría gustado poder dar sus ideas las cuales mejorarían las ventas, pero la señora era algo difícil.
El día anterior su tarea fue ardua y agotadora, pero al final cuando la sonrisa de las clientas mostró su total satisfacción, guardó pieza por pieza las telas que ahora lucían esparcidas sobre los estantes, valían la pena acomodar el desastre con bastante alegría.
Mordía sus tostadas mientras de desplazaba por su habitación al tiempo que dejaba su cama organizada, se agilizó al darse un baño y estuvo lista en pocos minutos.
El almuerzo lo empacaba su madre en ese instante, así que, tomándolo se despedía diciendo que llegaría tarde.
-Kiki siempre llegas tarde, sería un milagro que estuvieras en casa temprano-. Su madre hizo una pequeña mueca.
-Cuando sea rica abriré mi propia tienda-. Kiki le daba una suave palmadita en su hombro.
-Eso espero-. Agitaba su mano diciendo adiós.
Su hermano aun dormía, su abuelo ya estaba abriendo la pequeña tienda de víveres que tenía, se despedía de el con un gran beso hasta las nueve de la noche, hora en que regresaría de su trabajo a casa muerta de cansancio, sueño y cargas laborales.
Consultó su reloj, debía llegar a tiempo a realizar varias tareas. Tomando su bicicleta pedaleó con fuerza logrando atravesar un gran parque donde ahora se veían varias personas haciendo deporte, otros charlaban animadamente, mientras que un grupo realizaba su caminata matutina.
Kiki ingresó en la tienda corriendo veloz por las escaleras para encender la cafetera y preparar la crema, la canela y el azúcar, cambiaba las flores y tomaba el periódico de la entrada, para dejarlo en perfecto orden junto a la bandeja, miraba detenidamente el basto salón por si algo faltaba…analizaba minuciosamente; Parecía que todo estaba en su lugar. La cafetera daba la señal con un sonido de campanilla. Regó las plantas de la terraza y esparcía aromatizante de manzana mientras se aprobaba a si misma en señal de estar todo perfecto. La perfección era una cualidad en la señora Marga. Foque el perro de la señora emitía dos ladridos bajos en señal de esperar sus croquetas. Era puntual como un reloj.
Al cabo de veinte minutos la señora hizo su entrada en la tienda, el reloj daba las siete menos diez minutos, colocaba su bolso sobre el escritorio mientras que pasaba sus dedos sobre la superficie en busca de algún rastro de polvo. Para suerte de todos no encontró nada, su mirada era perspicaz como una lupa.
-El orden es vital en este lugar, no quiero ver polvo… lo detesto, un nuevo día de trabajo debe iniciar perfectamente-. Todos corrían de un lado a otro en una ola de nervios, se apreciaba desde ya, que ese día seria lleno de infortunios, en contados minutos comenzaría a gritar y dar órdenes. Un largo día se avecinaba con ciclón, marea y fuertes tormentas en general.
La señora Marga llegó al taller de costura saludando y revisando que todo estuviera en su lugar, las dos modistas no habían llegado aún, por lo que amenazaba con descontarles del salario.
-Kiki, descuéntales una hora-.
-Pero señora Marga…usted…-.
-Di una orden… ¿Tienes problemas con acatar mis palabras? -.
-No señora, en lo más mínimo-.
La tienda de confección era de tres pisos, en el primero estaba la tienda de ropa y accesorios en general, en la segunda planta estaba el taller de confección y costura, la recepción, una pequeña cocina con un comedor para los trabajadores, la bodega de telas e insumos textiles, dos salones más donde estaba el taller de bisutería y sus bodegas respectivas, en el tercer piso estaban las oficinas de la empresa. Elaboraban collares, pulseras, relojes, anillos, bolsos, sombreros, la línea de accesorios Marga era un sello de belleza y calidad.
Distribuían a otros estados, la tienda había crecido desde que Marga la había comprado. Kiki tenía justo cinco años trabajando allí, ya era parte de las empleadas antiguas.
La señora Marga era muy exigente, a veces podía llegar a ser despreciable, arrogante, impulsiva, caprichosa, pero no se le podía negar que era brillante en los negocios, la tienda había comenzado siendo un taller de costura, donde hacían arreglos, vestidos de novia, de gala y más. Marga entonces había apostado por el diseño de joyas y accesorios en general, durante una temporada había dejado el taller a cargo de su tía, para pasar una temporada en Francia, unos cursos por aquí, algo más en Italia, le habían ayudado dado una nueva perspectiva de la moda, ahora su tienda era muy conocida en North Charleston, una ciudad situada en el condado de Berkeley.
El total eran nueve empleados, dos en la tienda comercial, las costureras, los obreros del taller, Kiki que se encargaba compras, proveedores y nómina de empleados, una especie de secretaria y asistente personal de Marga, ella sí que era toda una mandamás. Como le decían todos en la empresa.
La familia Jones era de un pequeño pueblo, recién casados sus padres, se habían mudado a North Charleston, la vida llena de perseverancia trabajo y constancia construyeron su patrimonio. Sus padres estaban separados en aquel momento debido una crisis matrimonial que atravesaban. El señor Armand solía venir todos los fines de semana por casa para pasar tiempo con sus hijos, en varias ocasiones se quedaba entre semana, ocupaba la habitación de huéspedes, era como habían decidido llevar las cosas en medio de la pequeña crisis que enfrentaban sus padres.
Su padre había comprado un terreno en una pequeña ciudad a kilómetros de allí, Logró crear una pequeña empresa de refacciones y remodelaciones en general, era un habilidoso hombre de negocios.
Acababa de inaugurar una gran ferretería.
Kiki sirvió el café para todos en sus respectivas tasas de manera eficaz, tomando la bandeja principal tocaba a la puerta de la oficina de Marga, ingresaba y apreciaba que no había nadie, colocó todo en orden al tiempo que dejaba la correspondencia del día, el listado de pedidos, pagos organizados, facturas de clientes y agenda.
Echando un vistazo cerraba la puerta cuando escuchó la voz de la señora que retumbaba por todo el lugar.
Corriendo a la cocina, se quitó el delantal para arreglar su uniforme, mirándose al espejo apreció que un mechón de su cabello se había salido de su lugar, soltó su cabello ondulado para organizarlo rápidamente con sus manos atándolo y colocando su pinza, el espejo le daba una imagen satisfecha cuando la imagen le dijo que estaba bien.
-Bien Kiki, vamos… corre debes estar en tu escritorio perfectamente en… tres, dos, uno-. Respirando profundo se acomodaba en su silla.
-Buenos días Kiki, a mi oficina-.
-Si señora…quiero mi café en su punto-. Kiki corría a la puerta.
-Pídeselo a la señora Pelton-. Le cedía el teléfono.
-Señora Pelton buenos días, por favor un café en leche con crema, dos galletas de avellanas, mermelada de cereza-. Colgaba en seco, mientras que Marga tomaba el auricular y marcó un número.
-Ve a hacer algo productivo, hoy tienes pagos-.
Kiki giró sobre sus elegantes zapatillas, corría a su escritorio…siempre estaba corriendo, por lo que buscó en su bolso, unos cómodos zapatos de medio tacón. Buscó su lista de proveedores. Tomando el teléfono haría primero varias llamadas.
Marga le llamaba a su oficina de nuevo.
-Kiki…flores azules… no amarillas, ¿Dónde están mis flores? -.
-Señora Marga, son del señor Fred, las envío anoche, llegaron justo cuando cerraba la tienda, pero les coloqué en agua con una pastilla efervescente y un toque de azúcar, estarán bien-.
-Solo porque las envió Fred no significa que las quiera ver…pero azules son mis favoritas, no olvides recordarle ese detalle-.
-Si señora-.
-Hoy…tenemos que enviar varias cosas y el día se está tornando nublado, así que ponte algún impermeable, toma la moto y ve a los bancos, pagaremos todas estas facturas quedando sin deudas, prepárate para que acudas al correo debemos enviar esas cajas que saldrán hoy, quiero que a las tres de la tarde todo esté en orden, ayuda a Pelton y Mía a bordar todos esos cuellos… no quiero que lleguen las tres sin tener listo el pedido de “Bonn Moon” es una de mis clientas consentidas….¿Como van los brazaletes de encaje?-.
-Si señora, ya están terminados los bordados -. Tomaba atenta nota, la señora Marga daba un listado y todo lo quería para dentro de una hora. - ¡Que mujer tan marchita de la vida… pensé que tener un novio le haría feliz! -. Era su pensamiento interior.
-Tus tramas me intrigan-. Le entregaba un molde -Ve a cortar cincuenta piezas para hoy, lo quiero en una hora-.
-Si señora, pero le pediría…-.
-Tienes mucho que hacer…creo que es mejor que corras, hablas tanto que me mareas-. Marga dio tres palmas en el momento que la señora Pelton hizo su entrada con la bandeja, mientras controlaba sus nervios.
Denis daba una última mirada a las grandes lámparas de cristal que adornaban el salón, era imposible llevarlas todas a la nueva casa, que era mucho más pequeña: tres habitaciones, un estudio, sala comedor, cocina, un patio interior y la terraza que daba al jardín, justo en la segunda planta, dos baños y el estacionamiento para tres autos. Nada que ver con la hermosa mansión donde había vivido tantos años, pero las condiciones eran realmente diferentes.No gozarían de ama de llaves, chef, cocinero auxiliar, empleadas para Kamil, asistente personal y varios conductores. César ingresaba con sus dos asistentes.-Hola Denis, vine para enviar varias cosas a casa, saldré mañana para Nueva York, tengo algunos asuntos pendientes, la empresa de mudanza vendrá mañana por lo que quede pendiente-.-Yo también estoy organizando lo que llevaremos, algunas cosas sería bueno venderlas, hay demasiadas en los estantes y bodegas.-Me imagino, te encanta ser la reina de las compras. Imagino que tendrás qu
Marga anunció que, al finalizar la semana, daría varios anuncios importantes, y todos debían asistir a la reunión. Ella les confirmaría el día y la hora. La señora Pelton miró a Mía y Kiki, y les pareció algo aterrador ser invitados a una reunión de origen importante presidida por la señora Marga. ¿Acaso la señora Marga pretendía descontarles nuevamente algunos retazos de tela? -Regresen a sus labores, tenemos varios pedidos que deben ser enviados hoy... Kiki, mueve tus pies, debes ir a los bancos. Deja de pasar el tiempo recolectando las últimas noticias del taller-.-Sí, moveré los pies-. Kiki recibió varios sobres y facturas. Marga hizo un gesto de cansancio y se alejó junto al contador a su oficina. La señora Pelton hizo un anuncio.-Las invito a comer, haré un delicioso pastel de carne al horno. Esta noche debo quedarme unas horas extras, hay que entregar temprano varios pedidos y, además, tengo que terminar los vestidos de la señorita Kamil, quien hoy llamó para hacer de nuevo c
La señora Pelton, Mía, Kiki y los empleados de bodega y talleres escuchaban atentamente las indicaciones de Marga.El gran desfile se acercaba, la nueva línea estaba terminada y un total de 36 piezas serían exhibidas.Al terminar el sermón de esa mañana, Marga llamó a la señora Pelton a su oficina. al medio día quería platicar a solas con ella.-¡Suerte, amiga!-. Murmuraba Mía, mirando a Kiki con algo de inquietud.-Creo que vendrán muchos cambios-. Kiki se encogía de hombros, tomando los rollos de tela para llevarlos al taller.Kiki, estaba considerando comprar la tienda del abuelo; podía hacerle algunas remodelaciones, ampliar y reorganizar la bodega.Por fin, sería libre. La tienda del abuelo tenía potencial; era la única en la zona. Además, colocaría una barra al fondo para vender café. Nita estaba maravillada con la idea de Kiki.Alan estaba de acuerdo en que hiciera lo que realmente deseara; no quería frenar ni detener sus propósitos y sueños.Kiki era excelente en las relacione
En la barra del bar, a media luz y sin miradas ni clientes, Karly y Mike bebían unas copas mientras conversaban sobre sus vidas, sueños y anhelos. Ella se quedó observando sus profundos ojos cafés que brillaban; su sonrisa era cautivante e irresistible. Posó su mano sobre la de él y, sin temor, lo besó. Mike la miró con asombro, aunque sus ojos estaban cerrados. Titubeó un instante, pero sin poder evitarlo, cayó rendido ante los besos de Karly. Ella posó sus manos en el cuello de él.¿Eran las copas? ¿O algo más? Ella le miró fijamente, logrando hacerlo sonrojar. Karly le preguntó directamente si sentía algo por ella. Habían estado hablando, saliendo de vez en cuando, tomándose de las manos. Ella lo había esperado a que cerrara el bar, y en otras noches, le ayudaba a organizar. Mike, sonriendo con decisión, le expresó lo que sentía. Karly no podía negar que le atraía. Además de disfrutar de su compañía, el tiempo que pasaba con él era realmente satisfactorio. La conexión parecía ir má
La señora Massu bajó las escaleras de la mano de su asistente. Al llegar al comedor, revisaba cada detalle. El blanco mantel con encaje y bordes doraros, la vajilla en blanco y visos azules, los cubiertos de plata, las copas de agua y vino alineadas de manera impecable, servilletas en tono blanco pastel, junto con los arreglos florales a los costados, y la hermosa fuente de centro de dos niveles, donde podían apreciarse deliciosos bocadillos exquisitamente decorados, complementaban la decoración del salón. Las cuatro lámparas de cristal a los costados aportaban un toque de elegancia, haciendo que el salón luciera resplandeciente. Las ventanas con marcos de madera y cortinas perfectamente alineadas ofrecían tanto elegancia como confort.En las esquinas, cuatro arreglos florales en tonos pasteles destilaban un dulce perfume que envolvía el lugar. La fragancia era exquisita. La abuela había ordenado un arreglo en el centro de la mesa, con rosas azules, preparadas para la invitada de esa
Keili se quedó sorprendida cuando su prima terminaba de relatar los hechos que habían pasado últimamente, y su decisión al respecto.- ¿Entonces realmente piensas casarte con él? -.-Si, estoy realmente segura, nuestra relación no se ha basado en alguna pasión banal, nuestros sentimientos son firmes, no soy la causante de su ruptura, su esposa tiene mucho que ver-.-He leído algo de esa familia en las revistas, la hija es modelo… Realmente me dejas sorprendida, nunca pensé que…-.- ¡No imaginabas que era César Dugarte! Pues ahora lo sabes, lamento que el pedirte pequeños favores a veces te señalara-.-Pensé que era un tal señor W, y que mantenía su nombre en secreto, posiblemente se llamaba. Will, Willy…por suerte era entregar alguna carta o mensaje, tu ex marido por suerte fue detenido finalmente pudieron apresarlo, era vivir en un asedio constante, realmente no sé cómo lo soportaste tantos años…. Lo siento prima, nunca imaginé el infierno que vivías, siempre fuiste reservada con tus
Último capítulo