Después de la fiesta, Alekos acompañó a Calista a su suite. Había llegado el momento de pedirle matrimonio. Calista comenzó a besarlo, pero a Alekos no se le antojaba; solo podía pensar en la mirada de Dakota, ¿qué ocultaba? Porque algo ocultaba. ¿Por eso se hacía llamar Eloise Adams?
—¡Calista, cariño! Voy a tener que dejarte esta noche. Mañana me espera un largo día y estoy agotado. Te veré la próxima semana.
A la mañana siguiente, en cuanto despertó, llamó a su amigo Xandro, que era investigador y jefe de seguridad.
—Necesito que me averigües todo sobre Dakota Eloise Adams.
—¿Qué está pasando? —preguntó Xandro.
—¡Eso es lo que quiero saber!
Llevaba tres días trabajando, aunque le costaba mucho concentrarse. Su pensamiento siempre volvía a la noche de la fiesta y a la mirada de Dakota. Se encontraba leyendo un contrato cuando su teléfono sonó.
—¡Que Calista sufrió un accidente! —dijo Alekos, sorprendido—. Iré inmediatamente.
Ni bien llegó al hospital, se encontró con Bastian, quien