Grand Palais saltó antes los ojos de Christopher quien observó todo con una intensa curiosidad: los arcos de cristal y metal, el piso de mosaico y las enormes luces que alumbraban el espacio. El olor a champagne era palpable, junto con el típico olor a flores. El público era amplio: llenando las gradas de múltiples celebridades, desde artistas, hasta influencers importantes.
—Buenas noches señores Langley, señor Campbell por aquí —habló una de las asistentes conduciendo a las tres personas a los asientos vip cerca de la pasarela donde estaban los demás dueños de marcas allí.
Christopher se desabotonó el saco y avanzó detrás de la mujer con la mirada altiva. Su casa de moda había sido por años una de las más importantes y, a pesar de que en esos momentos no lo era, todos seguían guardando respeto. ¿Y cómo no? El hombre en cuestión gritaba elegancia, opulencia y sobre todo una arrogancia que le salía por los poros. Su traje Savile Row hecho exactamente a su medida resultaba los múscul