La mirada de Christopher se había suavizado tanto que Alisson creía que la amaba. Sus ojos, normalmente de un gris oscuro casi negro y penetrante, estaban ahora tan claros que parecían destellos de humo al amanecer. La sonrisa en su rostro era luminosa y amplia.«Tal vez deba luchar por mi matrimonio, arrancarle a mi esposo a la perra de Aniela de las manos y darle a mis hijos el padre que se merecen». Esta idea reverberaba en su mente mientras su corazón martillaba en su pecho, como un tambor que marcaba un ritmo inminente. Los ojos de Alisson estaban fijos en los de Christopher, y en ese instante ambos luchaban en una danza silenciosa, intentando dar el primer paso. La tensión podía cortarse con un cuchillo, cada segundo parecía una eternidad.Fue él quien, finalmente, la llevó a su boca. Christopher atrapó los labios de su esposa con una urgencia contenida, como si no pudiera soportar la separación de un instante más. Primero, saboreó sus labios con delicadeza, pero esa suavidad pr
Leer más