Salvatore Mancini.
El zumbido de mi celular sonando contra la mesa de noche me hizo gruñir contra la almohada. Lo agarro y atiendo sin antes ver la pantalla.
—¿Qué?---espeto, había tenido una noche de mierda.
—¿Por qué carajos tu esposa ha transferido más de veinte millones de dólares a su cuenta?
La voz molesta de Domenico me hace abrir los ojos de golpe y me enderezo de la cama rápidamente. ¿Qué decía este hombre?
—¿Qué dices?
—Lo que oyes, Mancini, ¿por qué tu esposa ha transferido más de veinte millones a su cuenta del banco?
¿De qué carajos estaba hablando?
—No se de que mierda me hablas, Domenico.
—Tu esposa hace solo seis horas atrás ha transferido más de veinte millones de dólares a su cuenta. ¿Por qué carajos hizo eso? ¿Tu le diste la autorización?
—Yo no he dado ninguna puta autorización, dame unos minutos para hablar con ella, te llamaré luego—cuelgo la llamada.
Dejo el celular sobre la cama y me coloco una camiseta para salir de la habitación en busca de Isabella.
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