9. Odio y amor
Me fui corriendo con las piernas temblando. Cada paso era un esfuerzo. Me dolía el pecho. Me ardían los ojos. Sentía la garganta cerrada, como si el aire pesara.
Cuando llegué a mi habitación, cerré la puerta con fuerza y pasé el seguro. No quería verlo. No quería que él... nadie... me viera así.
Me dejé caer al suelo. No tuve fuerzas para llegar a la cama. Solo me dejé caer.
Ahí. Justo ahí. En el frío de las baldosas.
—Estoy cansada —susurré, apenas audible, solo para mí.
Cansada de fingir que estoy bien. De pretender que todo esto no me rompe por dentro.
Me abracé las rodillas. Hundí la frente en ellas.
Estoy cansada de todo.
De no saber si lo odio o si lo necesito.
De amar a alguien que me hace daño.
De sentirme vacía y al mismo tiempo llena de dolor.
Llena de él.
¿Por qué no puedo dejar de pensar en su voz? En sus manos. En cómo me mira como si fuera todo... y al mismo tiempo nada.
Mi mente no se calla.
No se calla nunca.
Es un caos.
“No lo mires.”
“No le hables.”
“Él no te ama.”