9. Odio y amor
Intenté dar un paso más. Solo uno. El suficiente para agacharme y recoger esa fotografía que seguía en el suelo, boca abajo, esperándome. No sabía qué contenía, no entendía por qué me temblaban tanto las manos, ni por qué me dolía el pecho si aún no había visto nada. Pero algo en mí… algo en mí sabía que si la miraba, ya no habría vuelta atrás.
Me incliné apenas.
—¡Deja eso ahí, Lisseth! —rugió su voz, tan fuerte, tan rota, que me atravesó como un látigo.
Me congelé. Mis dedos quedaron suspendidos en el aire, a centímetros del papel. Sentí la rabia vibrando en su voz. La urgencia. El miedo…
No respondí. Solo lo miré de reojo, buscando en su rostro alguna explicación a ese grito. Pero no encontré nada. Solo vi el movimiento torpe y desesperado de sus manos empujando con fuerza las ruedas de la silla. En un segundo se lanzó hacia adelante, se agachó con dificultad, pero con una determinación brutal.
Tomó la fotografía antes que yo.
La apretó con fuerza, como si fuera una prue