10. Sobrevivir
—¿Cómo te atreves, maldito...? —escupí las palabras con la voz rota por la rabia—. ¿Cómo te atreves a amenazarme con eso?
Mi respiración era un infierno. Me ardía el pecho. Todo en mí quería destruirlo. A él. A esa sonrisa suya de saberse en control. De jugar con algo que no le pertenecía.
—No te acerques a Lisseth —advertí con la voz baja, tensa, pero lo suficientemente fuerte como para hacer temblar las paredes—. Si me entero de que ella sabe de algo… juro por lo más sagrado que lo vas a lamentar. Te haré sufrir el peor de los castigos. Te lo juro.
Danrrique rió. Una risa suave. Burlona. Como si mis palabras fueran un mal chiste.
—¿De verdad crees que puedes protegerla, Alejandro? —dijo, dando un paso más dentro de la habitación—. Si supiera la mitad de lo que tú le ocultas… te escupiría en la cara antes de amarte.
Mi cuerpo se tensó como una cuerda a punto de romperse.
—Ella es tan frágil, tan dulce —continuó, saboreando cada palabra—. No puedo esperar a ver su carita cu