25. Esposa trofeo
Volví a la mansión con la cabeza hecha un desastre.
El camino de regreso se sintió más largo de lo normal. Miraba por la ventana, pero no veía nada. Solo imágenes borrosas de lo que Nélida me había contado. Su voz seguía repitiéndose en mi mente, una y otra vez.
“Tu madre lo salvó como si fuera suyo.”
Esa frase me golpeaba el pecho con fuerza. ¿Cómo no sentirme mal después de eso? Por más cruel que Alejandro fuera conmigo, por más que me hiciera vivir un infierno… en el fondo, una parte de mí no podía evitar imaginarlo siendo solo un niño, solo, rechazado, mirando a todos con esos ojos llenos de miedo y rabia.
Era extraño. Injusto. Confuso.
¿Cómo se suponía que debía reaccionar? ¿Odiarlo menos? ¿Perdonarlo? No. No podía. No después de todo lo que me había hecho. Pero… tampoco podía borrar de mi mente esa imagen de mi madre abrazándolo, protegiéndolo, dándole una oportunidad de vivir.
Sentí un nudo en el estómago.
Tal vez… tal vez por eso él me eligió. Tal vez creyó que yo también podí