La sala de control de la clínica estaba sumida en un silencio tenso, roto solo por el zumbido de los servidores y el suave tecleo de Gael. Félix permanecía de pie, inmóvil, con los brazos cruzados, observando cómo los datos del USB de Valeria se desplegaban en las pantallas principales. Cada nuevo plano, cada anotación, cada horario precisamente detallado, era a la vez un tesoro de inteligencia y un recordatorio de la transacción oculta que había tenido que hacer para obtenerlo.
—Es él —confirmó Gael, rompiendo el silencio. Su voz contenía una mezcla de admiración profesional y profunda inquietud—. Los planos son impecables. El almacén 7B en el distrito de embalajes. Exterior común, interior completamente modificado. —Amplió una sección en la pantalla—. Aquí, una cámara frigorífica reforzada convertida en laboratorio de bioseguridad nivel 4. Sistema de ventilación independiente con filtros HEPA de última generación. —Cambió a otra ventana—. La guardia es ligera, solo cuatro hombres. E