Abigail llegó hasta la oficina contra el tiempo. La noche había sido caótica, Gabriel no paraba de toser. Agradecía enormemente tener a su amiga para poder trabajar, porque de lo contrario sería muy difícil hacerlo con su hijo así enfermo.
Miró su teléfono y no pudo evitar sentir un poco de sorpresa ante la falta del mensaje o alguna llamada por parte de Rafael, en verdad pensó que tal vez podrían estar un poco más… juntos.
Al caminar vio la puerta de la oficina de Rafael entreabierta, con las cortinas cerradas y la oficina completamente apagada.
Rápidamente fue y preparó un café, y entró con pasos cortos intentando ver si estaba despierto o si continuaba dormido. Cuando le vio con los ojos abiertos, se ubicó frente a él.
—Te traje tu café, cargado y con dos de azúcar —ella dijo intentando poner una sonrisa.
Cuando lo vio, se sintió un poco mal, él no se veía nada bien.
—¿Dormiste aquí?
—No, llegué pasando las 12. Deja el café ahí y sal de la oficina.
Ella dejó el café sobre l