LXII

Tamyria y Alexander se pasaron por las nalgas las palabras de Jacob puesto que siguieron actuando de la misma manera, eran un par de sinvergüenzas sin lugar a dudas, suponía que yo había quedado en coma para luego convertirme en un ente espectral solo para comprobar que tenía razón en cuanto a la idea de que entre ellos existía algo romántico. Y si, quizás no de la manera en que yo lo había imaginado pero mis suposiciones siempre fueron reales. ¿Estaba feliz con eso? No por supuesto que no pero al menos me alegraba tener la razón. Todo este tiempo teniendo esa espinita en el corazón y resultaba ser verdad. Mi corazón estaba destrozado, yo era una payasa, las más payasa del mundo. Siempre me vieron la cara de estúpida.

Aunque enterarme de aquello no me hacía feliz, solo me deprimía, sentía que cada vez me sumergía más en la miseria total, ¿por qué debo ver como mi esposo y mi hermana se vuelven a enamorar de nuevo después de años separados?, ¿por qué el universo es tan cruel conmigo?,
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