Alexander no admitió estar enamorado de Tamyria, aunque yo tenía mis reservas... Al igual que mi hermana sentía que él estaba ocultando la verdad, quien sabe porqué, después de todo yo era como un mueble más en esa casa así que supuse que el queria mantener su lealtad mientras llegaba mi inminente muerte.
Seguro en algún momento de los tres años en que me mantuve odiándolo perennemente él, a su vez, dejo de amarme. No lo culpaba a decir verdad: a pesar de que nuestra relación de noviazgo había sido maravillosa nuestro matrimonio era un fiasco, prácticamente no teníamos buenos momentos. Si yo iba a morir para poder liberarlo de aquel terrible encadenamiento esperaba que fuera pronto, no quería estar ahí irrumpiendo la vida de ese par.
Quizás eso era lo mejor: Alexander teniendo una nueva vida y cumpliendo su sueño de ser papá pero con otra mujer, una que no lo hubiera lastimado tanto como yo lo hice, alguien de quien él tuviera una buena idea no una perspectiva gris y deprimente como