Sebastian dejó el vaso sobre la mesa tras beber su contenido de un solo trago. Levantó la mano para llamar al barman y le pidió que lo rellenara.
—Entonces, ¿vas a decirnos qué sucede o seguirás bebiendo como si quisieras acabar con todo el alcohol de este bar? —preguntó Giulio.
Sebastian recibió el vaso ya lleno y volvió a beber el contenido de un solo golpe.
—Te apuesto a que tiene que ver con cierta mujer pelinegra que lo trae loco desde hace años —intervino Thiago—. Siempre tiene que ver con ella.
Además de ser sus primos, Giulio y Thiago eran sus mejores amigos. Giulio, el mayor, le llevaba poco más de dos años y era el más serio y tranquilo de los tres. Thiago tenía la misma edad que Sebastian, él era mucho más risueño y, a veces, insoportable.
Después ver a Gemma marcharse con el idiota de Dalla, Sebastian los había llamado para ir por algo de beber. Era eso o seguirla… espiarla mientras estaba con Dalla. Y, para ser sincero, esa todavía le parecía una opción bastante factible.