Gemma escribió algunas notas en su libreta mientras su paciente le relataba los eventos de la última semana. Esa semana, por primera vez, había salido sola de casa. Un paso pequeño en apariencia, pero monumental para alguien que, seis meses atrás, apenas podía dormir por el miedo constante. Cuando había llegado por primera vez al consultorio, era una mujer temerosa, sobresaltada incluso por los sonidos más leves. Era comprensible, después de haber pasado meses siendo acosada por su expareja, al punto de sentirse constantemente vigilada.—Por primera vez en todo el año, no estuve mirando por encima del hombro esperando que alguien me atacara —dijo la joven con un tono sereno—. Y por la noche, cuando me acosté, sonreí. Pensé en lo que había logrado. Sé que no es gran cosa, pero…Gemma levantó la mirada de sus notas y le dedicó una sonrisa genuina, profesional y cálida a la vez.—Claro que lo es. Es un avance significativo, y has trabajado muy duro para llegar hasta aquí. No minimices tu
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