El comedor de la mansión Can brillaba bajo la luz de las velas, un espectáculo de cristalería fina y platos de porcelana que parecían demasiado delicados para sostener tanta falsedad.
Parece que tomaron la decisión de tratarnos con respeto, porque eso han hecho. Se limitan a saludar con la cabeza sin conversaciones banales. Era un soplo de aire fresco, por lo menos. No tenía que fingir que me agradaban y mucho menos tenía que mantener una conversación falsa y vacía con ninguno de los presentes.
Mientras tomaba asiento junto a Frederick, mi mente seguía atrapada en la llamada del abogado Julián. La cual tuve que tomar mientras estaba en el baño.
“La apelación es el lunes, Charlotte. Necesitamos algo, cualquier cosa que vincule a Charles con el fraude. Si no…”
No dejé que terminara la frase. Sabía lo que venía después. “Si no, tu padre se pudrirá en esa celda”.
Un suave roce en mi mano me devolvió a la realidad. Frederick me observaba con esos ojos azules que parecían ver a través de