La velada en el restaurante había comenzado con una tensión que podía cortarse con cuchillo. Los padres de Jean y Leonard, sentados con postura impecable y rostros impenetrables, habían observado a Zendaya con una mezcla de juicio y frialdad apenas disimulada. Evelyn, en cambio, con una sonrisa dulce y voz suave, actuaba como el lazo perfecto entre ambas familias… o al menos eso pretendía.
—¿Azafata, dijiste? —preguntó la madre de Leonard, alzando una ceja con desdén—. Pensé que con ese nombre tuyo tendrías otra formación. Pero claro, uno nunca sabe qué esconden esas faldas cortas de aerolínea…
Jean apretó la mandíbula. Leonard dejó caer su servilleta en la mesa. Zendaya tragó saliva, intentando no estallar.
—No creo que eso sea un comentario apropiado —dijo Leonard, mirándola de frente—. Zendaya tiene una profesión digna. Y más aún, tiene educación y valores.
—Lo que Leonard quiere decir —intervino Evelyn con su tono meloso— es que están muy contentos con ella… ya seguro saben que Ze