El silencio era tan denso que Leonard decidió romperlo.
—Bueno… creo que los bebés ya tuvieron suficiente atención por hoy. —Su voz sonó suave, intentando aliviar la tensión—. ¿Verdad, Jean?
Jean asintió y se inclinó sobre los cochecitos, pero antes de moverse, Nikolai levantó la mirada, con el ceño fruncido y una leve vacilación en la voz.
—Zendaya… —dijo despacio, con la garganta cerrada—. ¿Cómo está tu madre?
Y tu tía, ¿sigue viviendo con ella?
Hace años que no sé nada de ellas.
La pregunta cayó como un golpe sordo.
Zendaya se quedó en silencio, mirándolo, y en sus ojos apareció esa humedad contenida que solo nace del dolor.
Leonard bajó la mirada, comprendiendo enseguida. Jean, por su parte, alzó el rostro, percibiendo la tensión que se avecinaba.
Zendaya respiró hondo, con los labios temblando.
—Mi madre… —empezó, pero la voz se le quebró a mitad de la frase. Se obligó a seguir—.
Murió hace unos meses.
Nikolai la miró como si las palabras no tuvieran sentido.
Por un instante, su