Francisco se concentró en su trabajo, mientras Linda ponía a Bianca al tanto de la rutina del estudio.
—La verdad es que es súper sencillo.
—Francisco es muy profesional, así que casi todo es con cita previa. No hay mucho drama con la gente.
Linda sonrió; tenía una sonrisa muy bonita.
—Qué bien, me gusta esa dinámica. Y tú, Linda, ¿cuánto tiempo llevas trabajando con él?
Bianca asintió con una sonrisa.
—Uhm, como tres años, yo creo. Cuando llegué, apenas era una universitaria recién salida, ¡pero con todas las ganas del mundo! Adoraba a Francisco, en serio. Un amigo de la universidad me dijo que buscaba asistente y no lo pensé dos veces, me lancé. ¿Y sabes qué me dijo después? Que su primera impresión fue que yo parecía una salvaje. Pero que también vio que le echaba muchas ganas y era muy entusiasta, por eso me contrató.
Los ojos de Linda brillaban al sonreír, como si reviviera la alegría de aquel momento.
Bianca también sonrió. Podía entender perfectamente ese sentimiento; era justo