Vania Makris es una joven llena de vida, alegre y soñadora, que llega a sus quince años a Italia para terminar sus estudios allí, bajo el cuidado de su hermano mayor. Cuatro años después, conoce a quien creyó sería su príncipe azul, pero luego se transformaría en su peor tormento. Mateo De Santis es un hombre cruel, dueño varios locales y secretos acerca de su vida. Pero cuando conoce a Vania, siente que hay una oportunidad para él, hasta que su pasado le juega una mala pasada y cree que la mujer a la cual ama, le es infiel. Allí sacará su peor versión, matando todo lo bueno en su vida. Pero como todo se paga en esta vida, años después conocerá a su peor tormento, la mujer que le hará pagar todo el daño que le causó al amor y que se encargará de bajarlo de su pedestal de dios, para dejarlo caer a la tierra… Hera Samaras. ¿Podrá Mateo pagar sus crímenes contra el amor? NOTA DEL AUTOR: Adaptación autorizada de Tu Cruel Amor.
Leer másEl hombre se apresura en llegar a su hogar, en donde su bella esposa, Galeia Marcos lo espera como cada día. Probablemente su despistada mujer olvidó que ese día cumplían seis meses de matrimonio, tal como pasó los meses anteriores, pero él por supuesto que no.
Ella es la mujer de su vida, el tesoro más preciado que pudo encontrar en el camino, a pesar de todas las dificultades que había pasado en algún momento; pero sobre todo, es por completo diferente a su madre, quien engañó a su padre miles de veces hasta que logró él se divorciara de ella.
Cuando se baja en el estacionamiento del edificio en donde está su departamento, baja los presentes que le lleva a su esposa, un hermoso ramo de flores y un anillo que ella le pidió con anterioridad, pero que no pudo comprar en el momento porque estaba invirtiendo en su primer restaurante y no podía darse esos lujos.
Pero tras cuatro meses de arduo trabajo, al fin las cosas van mucho mejor para él, por lo que comenzar a darle en el gusto a su bella esposa es solo cuestión de tiempo. Se monta en el ascensor, con esa sonrisa radiante, a sus veintiún años todo es maravilloso y no tiene nada más que pedirle a la vida, porque siente que lo tiene todo.
Cuando las puertas se abren, camina con nerviosismo hacia su nido de amor, su refugio, abre la puerta y lo primero que se encuentra lo deja por completo helado.
Hay ropa de su mujer desparramada en la sala, pero también hay ropa de hombre… y no es de él. Sin soltar los presentes, camina a la habitación, desde donde le llegan sonidos que conoce muy bien. Abre la puerta con violencia y se da cuenta que su mujer está moviéndose desenfrenada sobre un hombre al que nunca creyó que podría traicionarlo de esa manera.
—¡Malditos traidores! —el bramido sale desde lo más profundo de su pecho, desgarrándolo en el instante.
Se acerca a Galeia, la hala del brazo y la deja caer en el suelo, desnuda, mientras él se abalanza sobre su amigo y le cae a golpes.
La mujer le grita para que lo deje. Ulises, su examigo, no hace nada para defenderse y eso lo enardece más, hasta que un atisbo de cordura lo ataca y lo suelta.
Se mira los nudillos ensangrentados, se pasa las manos por el cabello y se gira a su esposa, pasando por alto los quejidos que salen de la boca de quien fuera uno de sus confidentes.
—¿Por qué? —le dice con el rostro bañado en lágrimas—. ¿Por qué si yo te amo? Eres mi todo, mi luz, mi vida, mi respiración…
—¿Y te atreves a preguntarme? —le dice ella levantándose desafiante y cubriéndose con una bata—. De amor no se vive, querido y entre tú y tu amigo, es él quien tiene más dinero.
—¡Pero estoy saliendo adelante! He trabajado duro todos estos meses para hacerte feliz, para darte todo lo que te mereces… o eso es lo que pensé.
«¡Justo hoy que cumplimos seis meses y que te traía el anillo que me pediste!
—¡Ya no lo quiero! —le dice ella, alejándose de su esposo, por miedo a lo que pueda hacerle—. Si vas a tardarte cuatro meses en darme lo que te pida, entonces no quiero nada de ti, con suerte me habré embarazado de tu amigo y podré asegurarme un futuro.
—¿Eso es lo que quieres? ¡Bien! Pero un día, Galeia Marcos, te arrepentirás de haberme despreciado de esta manera, de haberme engañado —fija la mirada a su amigo, que parece perdido entre la pelea de la pareja—. Y tú, no quiero verte nunca más en mi vida.
Le lanza la caja del anillo a Galeia y sale de allí, directo a un bar. En el trayecto llama a otro de sus amigos, uno que conoció solo hace un par de años atrás, Lionel. Le responde enseguida, con su ánimo de siempre, pero al oír el lamento de su amigo, se le borra la sonrisa.
—¿Mateo? ¿Qué ocurre? ¿Le pasó algo a Galeia?
—¡No me nombres a esa z0rra! —grita para quitarse el dolor, al tiempo que golpea el volante—. Encontré a esa infeliz con Ulises… ¡En mi propia cama!
—Mateo, no sé qué decirte, yo…
—No me digas nada, solo quiero que me acompañes al bar de siempre, para que me espantes las moscas, quiero ahogarme hoy, para levantarme mañana.
—Claro, solo dame unos minutos, estaré allí en poco tiempo.
Lionel corta la llamada, se alista y sale de inmediato por su amigo.
Cuando llega al bar, se da cuenta que Mateo está en un rincón, con dos botellas listas para beberse toda pena, la rabia y la humillación de haber encontrado a su mujer con su mejor amigo. Ellos eran muy amigos, pero llegó tarde, en cambio con Ulises el asunto era distinto, ellos se conocían desde pequeños.
—Mateo, ¿estás seguro de que esto es lo que quieres?
—Sí… quiero perderme en alcohol, tomarme una botella tras otra, a ver si así consigo olvidarla y arrancármela de aquí —le dice con el rostro húmedo y dándose fuertes golpes en el pecho—. No tienes idea de cómo duele.
—No, porque nunca me he enamorado y toco madera, amigo mío, ahora mismo estoy joven para eso.
—Ni ahora ni nunca, Lionel… no tienes idea lo que duele entregarte y que te paguen así. Esa mujer… tú viste, me has acompañado en todo el proceso de crecer, de tener mis propios negocios y ella me paga así, solo porque Ulises tiene más dinero que yo.
«Pero te juro que se arrepentirá, que un tiempo más volverá arrastrándose mí. En cuanto a ese infeliz… no quiero volver a verlo nunca en mi vida, si se me cruza, le parto la cara.
—Mira, ahora te dejo que tomes lo que quieras, pero solo si me prometes que será la última vez.
—Claro, no tiraré lo que me ha costado a la basura por un par de traidores —en ese preciso instante se acerca una mujer a la mesa, muy coqueta y con un trago en la mano, batiendo sus largas pestañas a Mateo.
—Hola, caballeros, los vi solos y quise saber si quisieran compañía, mi amiga y yo no somos de aquí, quisiéramos un par de compañeros para esta noche.
—Claro… —intenta decir Lionel, que se ha sentido atraído por la amiga de la mujer, que espera unas mesas más allá, pero Mateo golpea la mesa con el vaso y los manda a callar.
—¡Si quieres f0llar, te puedo dar el dato de un hombre que gustoso te lo haría hasta hartarse!
La mujer da un salto y se va de allí asustada, Lionel mira a su amigo con una mezcla de molestia y lástima, mientras Mateo se sirve otro vaso de licor.
—No me mires así, te acabo de salvar de una infeliz como ella… lo gracioso es que precisamente así es como la conocí, en un bar y ella se me acercó.
Así siguió Mateo, recordando la manera en la que conoció a su peor decepción, incluso más que su madre, porque aquella mujer nunca cumplió como progenitora, por lo que una falla más o una menos para Mateo no representaba más dolor.
En cambio Galeia, ella siempre se mostró inocente, mimada y dulce, con una cara de mujer que no rompía un cristal y capaz de complacerlo en todo.
Lionel lo escucha con paciencia, acompañándolo con algunos tragos, pero sin beber tanto como su amigo. Hasta que cerca de las cuatro de la mañana, ya no queda nadie en el lugar y uno de los meseros se acerca a decirles que se deben retirar.
—¡No me iré!
—Vamos, Mateo, que ellos solo están siguiendo órdenes… si quieres seguir tomando, tengo un whisky de veinte años en mi casa.
—¡Maldición! ¡Es que ni para ahogar las penas me sirvió este lugar! Pero mañana mismo lo soluciono.
—¿Ah sí? —le pregunta Lionel cargando con su amigo borracho hasta la médula—. ¿Y qué harás? ¿Comprar el lugar? Te recuerdo que lo tuyo son los restaurantes.
—Eso mismo es lo que haré, compraré este lugar y ya no seré solo el dueño de los mejores restaurantes, sino también de los bares y discotecas de Italia… no, de Italia no… ¡De Europa!
—Bueno, lo que tú quieras, amigo mío.
—Claro que así será, ya verás… solo para que esos dos no tengan dónde ir a engañar gente, porque les prohibiré la entrada a los dos, ya verás.
Y así, Lionel se aguanta todo el discurso de su nuevo futuro a su amigo, despotricando en contra de las mujeres y los malos amigos, jurando que se las pagarían. Para cuando logra meterlo en el auto, Lionel, suspira porque se queda dormido en menos de veinte segundos.
—Menos mal que tengo casi su misma estatura, porque si no, ni idea de cómo cargar con él después.
Lionel conduce hasta su propio departamento, en donde deja a su amigo en su cama y él se queda en el sofá, decidido a cuidarlo hasta que se le pase toda la borrachera y pueda pensar con claridad sobre su nueva vida.
De lo único que está seguro, es que a ese Mateo atento y caballero que conoció lo mataron, y será muy difícil que reviva alguna vez.
Tras una noche en verdad romántica, Mateo llevó a Vania hasta la habitación que ambos compartirían, allí solo se limitaron a dormir juntos. Durante años Mateo durmió solo, la última mujer con la que compartió el lecho fue con Galeia.Todas las demás mujeres con las que tuvo intimidad no fueron más que un desahogo, en cambio ella…Mientras el sol comienza a salir lentamente, Mateo abre los ojos y se queda admirando a aquella muchacha tan frágil y bella. Para Mateo, Vania es un aire fresco en medio de lo sofocante que ha sido su vida.Formar su propio imperio en el área de los restaurantes y centros nocturnos lo volvió poderoso, pero también dejó de lado muchas cosas. Una de ellas es el poder sentir, se negó a hacerlo por temor a que le ocurriera lo mismo que le pasó a su padre o que se repitiera la historia de lo sucedido con Galeia.Se queda admirando un poco más a la chica a su lado, se levanta y se va al gimnasio que mantiene allí. Para cuando Vania se despierta, Mateo va entrando s
La decoración es exquisita, moderna y que deja notar que aquel hombre no es un simple administrador, él debe ser el dueño del lugar en donde se conocieron.Tiene tantas interrogantes, pero no quiere preguntar por temor a molestarlo otra vez. Se deja guiar por la casa, se mantiene con expresión neutra y de vez en cuando, cuando Mateo le explica algo, ella solo le da una sonrisa.Para cuando terminan en la cocina, Mateo se la queda viendo con el ceño fruncido, la lleva a una de las banquetas de la barra y se para frente a ella, con sus manos entre las suyas.—Dime, mi hermosa Vania, ¿no te gustó mi hogar?—Sí, es muy lindo —le dice ella sin mayor emoción, aunque en verdad es mucho más que eso.—No se nota, a penas asentiste cuando te la mostraba y ahora no veo emoción en tu rostro o tus palabras. Mira, si no te gusta, podemos irnos a…—No, Mateo, en verdad me gusta, es muy linda, pero… —Vania baja la mirada y Mateo la nota nerviosa.—¿Pero qué? —le dice algo molesto y ella suspira.—No
Aunque la duda es la que domina sus pensamientos, Vania asiente con una leve sonrisa, Mateo no puede evitar sonreír y levantarla por la cintura, para luego hacerla girar. Vania se ríe y ese sonido se le hace a Mateo el más hermoso del mundo.Hace que lo rodee con sus piernas por la cintura, se la lleva a la ducha y allí la hace suya una vez más, entre los gemidos delicados de la muchacha, que siente su cuerpo arder por las caricias y los besos del hombre.Cuando terminan, ella se queda con los ojos cerrados unos minutos, para cuando los abre lo mira con duda.—Mateo, no sé cómo hacer para irme contigo, mi hermano es muy sobreprotector, temo que no quiera dejarme ir.—Dile que te quedarás con una amiga.—Mi única amiga es Alina y la llamará en cuanto le diga que me quedaré con ella.—Entonces, habla con ella primero —le dice algo exasperado, mira la duda en Vania y le dice molesto—. Si no quieres ir, deja de poner excusas, solo dímelo y ya está.—No es eso… —pero no puede terminar de d
Vania sabe que es una locura, ella nunca ha hecho algo así, de hablar con extraños del sexo opuesto, en espacios cerrados y sin alguien conocido que la acompañe. Tanto sus padres, como su hermano y su amiga siempre le han dicho que no lo haga, que puede ser peligroso, pero para ella es inevitable no conocer a aquel hombre.Más allá de su apariencia, son las sensaciones con un simple toque los que la atraen. No puede negarse a conocerlo, es casi como si su destino dependiera de ello.—Y bien, ¿qué quiere saber de mí? —le pregunta con suavidad, tratando de controlar sus nervios crecientes.—Me interesa eso de que eres griega —es lo que menos le importa, pero necesita llegar a ella de alguna manera y eso es lo más sencillo.—Llegué aquí hace un par de años —le responde ella con una sonrisa y mirando la mesa, porque esos ojos grises la intimidan—, terminé la escuela aquí e ingresé a la universidad, vivo con mi hermano que está montando una empresa junto a mi primo, les ha costado un poco
—Ella… —el administrador verifica en su iPad y le dice con el ceño fruncido—. Aquí dice que está reservado por Roberto Samaras, puede que sea su hermana.—Imposible, los Samaras se caracterizan por ser más rubios en cada generación, pero esa chica…—Oh, ya veo… es amiga de la señorita Samaras, pidió que se le tratara bien y se le atendiera como si fuera ella misma, además de encargar que nadie la molestara.—Me parece perfecto —dice Mateo con indiferencia, se pone de pie y se ajusta los botones de su traje—. Iré a recorrer el lugar y luego me iré, que el auto esté listo.Deja su oficina y sin darse cuenta, sus pies lo guían por la pista hasta la escalera que lleva a los privados. La imagen de aquella muchacha bailando sola no se le ha ido de la mente y quiere conocerla, tal vez esos mismos movimientos de cadera pueda repetirlos en la cama.Al llegar al pasillo de la zona VIP ve que la puerta de la chica se abre, delante de él va un hombre de unos veintialgo, que le cierra el paso y le
Diez años después…Vania va por la avenida un poco intranquila, porque no es de salir ni mucho menos con ropa muy ajustada, pero tras dejarse convencer por su amiga, decidió ponerse aquel pantalón negro ajustado a la cintura, con una blusa que cubría toda su parte delantera de color verde oscuro, pero en la parte de atrás solo se cruzan finos hilos que terminan en un nudo en la parte baja.Por supuesto que eso no es lo que ve la gente, porque va con una chaqueta negra.Han quedado de reunirse en una discoteca bastante exclusiva, en donde es necesario tener invitación para entrar o ser socio, y resulta que su amiga como hija de uno de los hombres más adinerados del país, entonces sí puede permitirse ese lujo.Al llegar a la entrada, le muestra su identificación al guardia y le permite el paso al ver que es invitada de una de las socias VIP del lugar. Una chica la guía a un privado en el segundo piso, le ofrece algo de beber y comer, pero ella decide esperar unos minutos más por su amig
Último capítulo