La decoración es exquisita, moderna y que deja notar que aquel hombre no es un simple administrador, él debe ser el dueño del lugar en donde se conocieron.Tiene tantas interrogantes, pero no quiere preguntar por temor a molestarlo otra vez. Se deja guiar por la casa, se mantiene con expresión neutra y de vez en cuando, cuando Mateo le explica algo, ella solo le da una sonrisa.Para cuando terminan en la cocina, Mateo se la queda viendo con el ceño fruncido, la lleva a una de las banquetas de la barra y se para frente a ella, con sus manos entre las suyas.—Dime, mi hermosa Vania, ¿no te gustó mi hogar?—Sí, es muy lindo —le dice ella sin mayor emoción, aunque en verdad es mucho más que eso.—No se nota, a penas asentiste cuando te la mostraba y ahora no veo emoción en tu rostro o tus palabras. Mira, si no te gusta, podemos irnos a…—No, Mateo, en verdad me gusta, es muy linda, pero… —Vania baja la mirada y Mateo la nota nerviosa.—¿Pero qué? —le dice algo molesto y ella suspira.—No
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