Mundo ficciónIniciar sesiónKatherine siempre soñó con un matrimonio lleno de amor, pero su realidad está lejos de esa idea. Casada con Anthony, un hombre que la desprecia y cree firmemente que ella conspiró para destruir su relación anterior y forzar el matrimonio, Katherine enfrenta un constante desprecio. A pesar de sus esfuerzos por demostrar su inocencia y ganar su amor, Anthony se mantiene inflexible y cruel. Finalmente, agotada de la lucha y del dolor, Katherine decide poner fin a su tormento y solicita el divorcio. Es solo entonces, cuando ella se aleja, que Anthony comienza a ver la verdad. Con el remordimiento y el deseo de recuperar a su esposa, Anthony intenta desesperadamente enmendar sus errores. Sin embargo, Katherine, fortalecida por su sufrimiento y determinada a no ser herida nuevamente, tiene un nuevo propósito: hacer que Anthony pague por cada lágrima y cada herida que le causó. Entre remordimientos, redenciones y una búsqueda de justicia personal, la historia de Katherine y Anthony es un viaje a través del dolor, el arrepentimiento y la búsqueda de la verdadera liberación.
Leer más—¡Buenas noches, Damas y caballeros! Este es el último artículo que tenemos para subastar esta noche y pertenece al anfitrión de la subasta benéfica para los niños con cáncer, ¡Anthony Ross del Grupo Ross!
Un hombre alto surgió lentamente haciendo su aparición en aquel escenario mientras un ensordecedor aplauso llenaba la sala. Anthony tenía un rostro esculpido por los mismísimos Dioses, cejas afiladas y ojos brillantes, una mandíbula marcada, labios carnosos y una nariz perfilada. Era una verdadera obra de arte.
Pero haciendo contraste a todo aquello, emanaba un aura intimidatoria, como un demonio que acababa de salir del infierno, su aura obligaba a la gente a apartar la mirada.
Anthony levantó la vista y su rostro, antes inexpresivo, formó una sonrisa siniestra al ver a Katherine encerrada en aquella jaula de metal que poco a poco se estaba sumergiendo en un estanque de agua.
Su plan de esa noche era tan perverso como él mismo.
Entonces se escuchó lentamente su voz cautivadora.
—Dicen que el límite humano para aguantar la respiración bajo el agua es de 2 minutos. Katherine, estoy seguro que con tus habilidades podrás aguantar hasta que alguien de esta sala pague por tu liberación, eso no debería ser un problema, ¿verdad?
Y claro que no sería un problema, si no fuera porque sus palabras tenían implícitas una regla, quien se atreviera a ir en contra de él, pujando por la liberación de Katherine, estaría cavando su propia tumba.
Katherine abrió sus ojos asustada y al ver a Anthony con sus pupilas inyectadas en sangre se sintió aterrada. Su conciencia se dispersó, ya que entendía a lo que estaba jugando su esposo.
Fijó su mirada en Anthony, el demonio que todos conocían allí en la ciudad, que también era el hombre al que había amado durante diez años y con el que había estado casada durante tres.
—¿Señorita Walker? —Al oír el nombre de Katherine y verla en aquella situación, la multitud estalló inmediatamente de asombro.
—¿Ella es la hija de la familia Walker?
Katherine, a pesar de su situación, se sintió orgullosa al notar que después de tres años, aún seguía siendo recordada en sociedad.
Todos llegaron a una conclusión. El objeto de subasta de Anthony era Katherine en esa jaula.
—¡Qué despiadado es Anthony! —Dijo alguien en medio de la multitud.
—Hacía tres años que Katherine, una de las figuras más destacadas de la ciudad y con una reputación intachable, desapareció. ¿Quién iba a pensar que reaparecería esta noche y se convertiría en el juguete de Anthony? —Dijo otra persona.
Desde la conmoción a la lástima, pasando por un sinfín de burlas, la multitud reaccionó con diversas emociones ante la situación.
Anthony se mostró bastante satisfecho con la respuesta de la gente, sonriendo mientras miraba a Katherine.
Luego de que Anthony descubriera que Katherine había culpado a Sofía Carter de su accidente y además la había secuestrado para poder casarse con él, supo que esa mujer era malvada y merecía morir. Sin embargo, antes de eso necesitaba sacarle la verdad.
Anthony había planeado todo aquello para forzar a Katherine a revelar dónde estaba Sofía. Si ella no lo hacía, iba a morir de la manera más cruel posible.
La paciencia de Anthony había llegado a su límite.
—¡Mmm!
Katherine empezó a temblar. A parte de intentar ahogarla, el agua estaba totalmente helada, dificultando aún más la situación. Aferrada a las frías cadenas de hierro, su rostro palidecía con cada segundo que pasaba.
—Katherine, el tiempo corre en tu contra. ¿Vas a decirme dónde has escondido a Sofía o no?
Las frías palabras de Anthony resonaron con un dolor mortal, obligando a Katherine a abrir los ojos.
Sacudió la cabeza con desesperación. No tenía idea de dónde estaba Sofía, ni de cómo Anthony había llegado a esa conclusión.
¡Katherine no había secuestrado a Sofía!
—Por favor… Anthony —suplicó Katherine, aunque sabía que sería en vano, considerando lo despiadado que era su esposo.
Más de tres años atrás, en un accidente de coche, Sofía abandonó a Anthony al verlo malherido en el lugar del accidente. Katherine hizo todo lo que pudo para que lo trataran y pudiera sobrevivir, a pesar de que el diagnóstico era desolador.
Katherine no perdió las esperanzas. Sin embargo, Richard Ross, el abuelo de Anthony murió a causa de la conmoción al ver a su nieto favorito desvalido, en su lecho de muerte, le pidió a Katherine que se casara con él.
Después, Katherine cuidó de Anthony durante semanas que se volvieron meses.
Para salvar al hombre que había amado durante diez años, Katherine le hizo innumerables transfusiones de sangre, ignorando las advertencias sobre los riesgos para su propia vida, estuvo a punto de morir varias veces, pero por suerte Anthony despertó... Ambos aprendieron a ser muy felices.
Lo que Katherine no esperaba era que un vídeo enviado por Sofía, pidiendo ayuda, lo cambiaría todo.
El violento Anthony estaba convencido de que Katherine había planeado el accidente y secuestrado a Sofía para poder casarse con él, provocando incluso la muerte de su abuelo Richard. Durante ese tiempo, Katherine fue torturada por Anthony todos los días, y no importaba cuántas veces se lo explicara, Anthony nunca le creía. Él estaba convencido de que ella era culpable.
Sofía era como una maldición que llevó a Katherine a la muerte.
Katherine seguía sacudiendo la cabeza desesperadamente. Una sensación de impotencia la envolvía totalmente.
—Muy bien, siempre estás desafiando mis límites.
Anthony se rió siniestramente. Su inquietante voz resonó mientras indicaba con un gesto que alguien bajara un poco más la jaula hasta que el agua le llegara a la mandíbula. Katherine sentía como si mil cuchillos atravesaran su piel una y otra vez, tanto que incluso su pecho lo sentía oprimido y le era imposible gritar, pareciendo que no estaba sufriendo en absoluto.
Nadie en la sala se atrevió a alzar la voz contra esta acción demencial. Después de todo, ¿quién se atrevería a oponerse al heredero de la familia Ross?
El tiempo siguió corriendo y Katherine sintió una pesadez sobre todo su cuerpo. Sus forcejeos eran cada vez más débiles y la fría sonrisa de Anthony se grabó en su mente.
—Katherine, mereces una muerte dolorosa y lenta. Te las has arreglado para engañarme durante tres años, pero ya es suficiente. Dime dónde está Sofía y te concederé el placer de una muerte rápida.
Mirando su rostro ahora demoníaco, no pudo evitar recordar la luz de su vida cuando Anthony era amoroso y dulce con ella. Cuando él la amaba, si es que alguna vez lo hizo y lo felices que eran. Todo eso se había ido.
El recuerdo de ellos tocando el piano juntos se fue difuminando poco a poco, y fue sustituido por incontables días y noches de tortura, un dolor que le calaba hasta los huesos.
Sintiendo que la vida se le iba, Katherine esbozó una sonrisa burlona y dejó de luchar.
Con sus últimas fuerzas, sus labios temblaron.
—¿No me creerás, sólo una vez? —dijo en un susurro.
Anthony levantó la mirada, sorprendido por sus palabras.—Collin te necesita —continuó ella, bajando un poco la guardia—. No ahora, tal vez, pero un día preguntará más. Querrá saber quién eres, por qué no has estado presente. Y yo no puedo darle todas las respuestas, Anthony. No puedo seguir ocultando esto para siempre.—Yo... —Anthony no sabía qué decir. Sabía que había perdido su derecho a ser parte de la vida de Collin, pero escuchar esas palabras de Katherine lo hizo tambalear.—Héctor y yo decidimos que ocultarle la verdad a nuestro hijo solo haría que viviera en una mentira sobre sus raíces —comenzó Katherine, su voz templada pero firme, mientras mantenía la mirada fija en Anthony—. Por eso, le hablamos de ti. No exactamente de ti, pero él sabe que tiene un padre que algún día volverá y que podrá conocerlo si él lo desea. Si de verdad has estado vigilándolo todos estos años, entonces deberías saber que él merece la verdad, aunque esa verdad sea dolorosa.—¿Y Héctor? —preguntó An
El aire se volvió denso, y por un momento Anthony no supo qué hacer. Había imaginado este escenario en su mente muchas veces, pero nunca había estado preparado para enfrentarlo.—¿Es usted mi papá? —repitió el niño, con esa inocente curiosidad que solo los niños poseen, y que perforaba el alma de Anthony.El silencio que siguió fue insoportable. Anthony intentó hablar, pero las palabras se le atoraron en la garganta. Este era su hijo, la razón por la que seguía existiendo, pero también el recordatorio viviente de todo lo que había hecho mal. No podía responder, no debía responder.—Tu mamá… —intentó decir, pero se detuvo. ¿Qué podía decirle? ¿Que su mamá lo había protegido de él, y con razón? ¿Que su verdadero padre estaba más cerca de un monstruo que de un héroe?El niño no se movió, su pequeña figura en pie con una firmeza que desafiaba su corta edad. En su mirada no había miedo, solo la búsqueda de una verdad que lo llamaba desde dentro.—Yo... no debería estar aquí —dijo Anthony f
Cinco años habían pasado desde aquel día en el que Katherine había decidido finalmente tomar control de su destino. Ahora, la casa de los Marsh estaba llena de risas y alegría mientras todos celebraban el quinto cumpleaños del pequeño que se había convertido en el corazón de la familia.El niño, con su cabello negro rizado, ojos azules brillantes y piel blanca, corría por el jardín, riendo a carcajadas mientras sus tíos Oscar y Malcolm jugaban con él, persiguiéndolo con entusiasmo. Su abuelo Stanley y el viejo Gregory, siempre más reservados, se mantenían cerca, observando con una sonrisa de orgullo. Ambos habían pasado de ser hombres de negocios serios y controladores a abuelos completamente entregados, mimando al pequeño sin límite. Era evidente que el niño era el consentido de todos, pero nadie lo consentía más que su padre, Héctor Corbin.Héctor, con los ojos llenos de amor, observaba a su hijo mientras lo levantaba en el aire entre risas. El vínculo entre ellos era irrompible, un
Su respiración se hizo más rápida. "¿Por qué tarda tanto?" se preguntó internamente, mientras su pulso se aceleraba. Una sensación de pánico comenzó a invadirlo, y las dudas se colaron en su mente como sombras implacables. ¿Y si algo había pasado? ¿Y si Katherine había cambiado de opinión? No podía evitarlo; las experiencias del pasado de ambos, los obstáculos, los enemigos y las situaciones que casi los habían separado antes, se agolpaban en su mente, formando un nudo de ansiedad.Miró a Gregory, que estaba sentado cerca, y este le devolvió una mirada de apoyo, pero Héctor apenas podía procesarlo. ¿Dónde estaba Katherine? Cada segundo que pasaba se sentía eterno.Los murmullos entre los invitados comenzaron a hacerse más audibles. Héctor tragó saliva, tratando de mantener la calma. Pero la idea de que algo había salido mal no lo dejaba en paz. Tenía la certeza de que, si algo hubiera pasado, alguien ya lo habría informado. Sin embargo, su cabeza seguía girando en círculos.Finalmente
Anthony se quedó en silencio. No podía responder. La verdad estaba frente a él, clara como el día, y todo lo que Katherine le decía lo hacía sentir más insignificante, más incapaz de redimirse. El monstruo que Katherine describía no solo vivía en su pasado, seguía ahí, y eso era lo que más le dolía.Katherine respiró hondo, manteniendo la compostura a pesar del temblor en sus manos.—Si el bebé que espero fuera tu hijo —prosiguió, su voz más suave, pero aún llena de la misma determinación— y un día llegara a ti, te dijera que la persona que más lo ha lastimado jura que va a cambiar, pero que vuelve con esa persona... ¿tú qué le dirías?Anthony no respondió. No podía. Porque en ese instante, la verdad lo abrumó. Si fuera su hijo, si alguna vez estuviera en la misma situación, mataría a la persona que le hiciera eso, sin creer ninguna palabra de arrepentimiento.Pero no dijo nada. Porque sabía que esa persona era él. Y no había nada que pudiera decir para justificar lo que había hecho,
Katherine sintió un nudo en la garganta. Parte de ella había esperado que Anthony simplemente se marchara, que entendiera que ya era demasiado tarde. Pero otra parte, una que no quería admitir, se sintió removida por el dolor en sus palabras.Sin embargo, ella ya había elegido su camino. Se había liberado de las cadenas que la mantenían atada a Anthony, y no había vuelta atrás.—Es demasiado tarde, Anthony —dijo con firmeza, aunque su voz temblaba un poco—. Yo elijo a Héctor. Él me da la paz que nunca tuve contigo.Anthony dio otro paso atrás, el dolor claramente visible en su rostro. Pero esta vez no trató de detenerla. Sabía, aunque le doliera admitirlo, que había llegado al final de su lucha por Katherine.Anthony, aún con el dolor grabado en su rostro, se negó a dar marcha atrás. Sabía que lo había perdido casi todo, pero no podía irse sin luchar una vez más. Su corazón, acelerado por la tensión del momento, le recordó el instante en el que Katherine estuvo a su lado, la última ve
Último capítulo