Detrás de ella aparece la vecina, quien mira a Erik con expresión seria.
—Te la dejé todo el tiempo que pude, pero ya sabes… —dice la vecina, sin rodeos.
—Me debes varios días de cuidado, Erik. Necesito que me pagues pronto.
Erik asiente, un tanto avergonzado, y le promete que le pagará en cuanto pueda.
—Lo siento, solo dame un poco más de tiempo —responde él, mirándola con sinceridad. Pero puedo ver la tensión en su rostro; está preocupado, y no puede disimularlo.
Siento una mezcla de tristeza y frustración mientras observo la escena. Está claro que Erik hace lo posible por mantenerse a flote, pero está solo en esto, y las cosas no están saliendo como él quisiera. Me inclino hacia él y, en voz baja, le insisto.
—Erik, en serio, acepta el cheque. No es caridad. Solo es… un poco de ayuda para que puedas descansar y estar con Luna. Ella te necesita.
Pero él solo me mira con esa mezcla de tristeza y orgullo, y no dice nada. Su silencio habla más que cualquier palabra, y me doy cuenta de