Me quedo mirándolo unos segundos, perpleja. Erik tiene la misma expresión decidida, sin titubear ni un segundo mientras me extiende el cheque intacto. Se nota que su decisión es firme, y, aunque admiro su integridad, me preocupa que esté dejando pasar una oportunidad de mejorar su situación, especialmente por Luna.
—Clara, no voy a aceptarlo. Y no es porque me crea lo que no soy o porque no lo necesite, es porque te ayudé de buena fe y esas cosas solo se agradecen, nada más. Yo no quiero tu dinero —repite, esta vez con un tono más firme.
Sus palabras tienen un peso que me cuesta enfrentar, y la única respuesta que me viene a la mente es la de ofrecerle algo diferente, algo que no toque su orgullo de esa manera. Sin pensarlo demasiado, saco una tarjeta de mi bolso y se la extiendo.
—No tienes que aceptar el cheque, si eso es lo que realmente sientes —le digo suavemente—. Pero si en algún momento necesitas un trabajo que de verdad te genere una remuneración adecuada, algo que te permita