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InicioLa Venganza de Sofía
La Venganza de Sofía

La Venganza de SofíaES

Romántica
Maigualida Villalobos  Completo
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102Capítulos
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Resumen
Índice

Sinopsis

bxgJefe / CEOMultimillonarioMalentendidoOdiocelosembarazada

Sofía es una hermosa joven que lleva a cuesta un drama y un secreto familiar, que busca vengar la muerte de su hermana. Un día decide infiltrarse como secretaria en la multinacional empresas Rivas para arruinar al hombre que más odia, pero pronto descubre que el amor y la atracción por su jefe, el guapo multimillonario Vicente Rivas, es un impedimento para lograr su cometido. Descubriendo en el camino que su venganza será amarga.

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La Venganza de Sofía Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • Capítulo 102

    —Gracias, señora Petra. Cuando lleguen hágalos pasar a la sala, por favor. —Los invocaste Marta, y tú preguntando por ellos. Cuando llegaron, María estaba radiante con su embarazo de cinco meses. Ella e Ignacio, tomados de la mano, traían una hermosa muñeca de trapo. —¡Hola a todos! Perdón por llegar tarde, pero el tráfico está pésimo a esta hora. —después de los saludos, María preguntó. —¿Dónde está la bebé? Ya quiero verla. Le trajimos este presente a tu bebé. —Ya la vi, gracias ¡Me encantan las muñecas de trapo!... Elba, por favor, acompáñalos al cuarto de la bebé. Disculpen que no me levante, pero estoy hinchada y cansada. —Tranquila amiga te entiendo. —dijo María—a mí también se me hinchan los pies. Dentro de poco tomaré mi reposo. —¿Cómo te has sentido? —le preguntó Sofía. —Aparte de las náuseas, todo va según lo previsto. —¿Cómo está todo en la empresa? —le preguntó Sofía. —Todo sobre ruedas, que puede salir mal sin el gran jefe está al frente. Se te extraña señora V

  • Capítulo 101

    —¡Te ves hermosa! —gritó Marta, y las dos la abrazaron al mismo tiempo.Miró a Vicente y él solo se encogió de hombros mientras se alejaba, para saludar a Ernesto y a Francisco. Los traviesos hijos de Ernesto salieron corriendo hacia el Jardín.—¿Vinieron juntos? —preguntó Sofía frunciendo el entrecejo.—Vicente nos dio el número de su casa. Ernesto y yo los llamamos para pasar a recogerlos, ya que veníamos en la misma dirección. ¡Francisco es tan gracioso! Ernesto y yo veníamos llorando de la risa.—Ya ves lo que me tuve que aguantar por años—dijo divertida Sofía.—¿Me lo dices a mí? Yo estoy casado con él—dijo Marta.Elba les dijo.—Vicente y él se la van a llevar muy bien, porque mi cuñado aparenta que es serio, pero es muy gracioso. —hizo una pausa —¿Y dónde está? —preguntó— ¿Está despierta?Subieron las escaleras de la mansión,—Sí —dijo Sofía, caminando hacia la habitación principal, seguida de cerca de ellas—. Por aquí.Marta le tomó del brazo mientras rodeaban la cama hacia la

  • Capítulo 100

    —¿Cómo podrías saber eso? —dijo Amelia entre risas. —Porque si la quisieras muerta la habrías matado en cuanto entraste —dijo Miguel—. Sin importarte los demás. Amelia lo miró, y su mano temblaba un poco menos. —¿Crees que matándola vas a ganarte el amor de Vicente? —preguntó Miguel, dando un paso más hacia Amelia— Deja que cometa el error, deja que se dé cuenta por sí mismo de que debería estar contigo, no con Sofía. —No, no —dijo Amelia—, no puedo… —Sí, puedes —dijo Miguel, extendiendo su mano hacia el revolver de Amelia—. Porque eres mejor persona que esto, porque matar no está en ti. Eres una mujer de negocios, Amelia Sarmiento. No una asesina. Naciste para el éxito —¿Tú crees? —Amelia sollozó. —Lo sé —dijo Miguel, luego empujó despacio el revolver hacia abajo, para luego tomarlo de su mano. Amelia estalló en llanto, y Miguel la abrazó fuerte con una mano mientras le ofrecía el arma con la otra a un escolta. Le sujetaron las manos a las espaldas con unas esposas y se la ll

  • Capítulo 99

    — ¿Inesperado? —preguntó frunciendo el ceño. —Porque resultó... tan intenso, tan apasionado... hasta antes del final Como todos nuestros encuentros—agregó, sonrojándose. — ¿Y cómo fue el final? —indagó él con interés. —¿Acaso no me escuchaste gritar tontito? Fue la experiencia más maravillosa de mi vida. —Te amo y por favor preparemos rápido los preparativos para la boda, ya deseo que seas mi esposa. —Le pediré a Elba que me ayude a organizarla. Vicente expresó su gratitud besándola y acariciándola con tanta pasión que transcurrió cierto tiempo antes de que volvieran a la realidad. Vicente, al fin, aceptó de mala gana que debía llevar a Sofía a su casa. —Amor, déjame enviar, una información importante por correo y en un momento nos vamos. Cuando él se sentó detrás de su escritorio, Sofía le dijo con picardía. —Jefe, quiere que le prepare un café como a usted le gusta. Él la miró divertido y le respondió. —Por favor, señora Espinoza, me encantaría. —Enseguida se lo traigo,

  • Capítulo 98

    Vicente lanzó un gemido sofocado y la besó apasionadamente. Sofía empezó a llorar mientras correspondía a sus besos y lo abrazaba con igual violencia. —Perdóname por hacerte sufrir —le rogó Sofía cuando logró hablar y frotó su mejilla contra la de él, una y otra vez, como queriendo convencerse de que estaba vivo y le pertenecía—. Y por echarte en cara que no me hayas llamado. Es que estaba tan preocupada por ti, que cuando te he visto, he perdido el control... Vicente se sentó en el sofá, con ella en su regazo. —Hemos sido un par de tontos —concluyó y después río un poco—. Menos mal que no nos puede ver ahora ninguno de mis empleados... la clásica situación... la secretaria en las rodillas del jefe. Sofía lo besó con pasión y él respondió de inmediato. El beso se prolongó hasta que ambos temblaron de deseo. —Te deseo tanto, mi vida —musitó Vicente contra los labios femeninos entreabiertos—. Y no solo físicamente. Te amo tanto, como nunca había amado antes, quiero que pasemos todas

  • Capítulo 97

    —Sí —sentenció Elba—. Aquí están las llaves de mi coche y estas son las llaves de la empresa. Vicente va para allá. No empieces a poner objeciones y ve a esperarlo. Yo llamaré a seguridad para que te dejen entrar. Ernesto me ha dicho que no interfiriera, pero no puedo hacerme a un lado mientras veo que dos amigos, por ser tan obstinados, destrozan sus vidas. Para asombro de Elba, Sofía obedeció, y quince minutos después, llegaba frente a la empresa, no hubo problemas con los de seguridad, ya la esperaban y la dejaron pasar. Era extraño caminar por los pasillos desiertos y las oficinas a oscuras, no se había dado cuenta, pero extrañaba ese lugar. Sintiéndose como un ladrón, entró en la oficina de presidencia y miró a su alrededor con interés, tenías tantos recuerdos en ese lugar. Sofía se sentó en un sofá, al lado de una estantería. Estaba muy nerviosa y temía que Vicente se disgustara por encontrarla en su oficina. Elba le había dado tiempo para cambiarse de ropa, pero sabía que su te

  • Capítulo 96

    —Creo que debes hacer lo que de verdad quieras —le acarició la mejilla con ternura—. Que no te importé el pasado. Piensa en el presente y en el futuro, déjate guiar por tu instinto —y con esas palabras, salió de la habitación. Sofía llevó a Gabriel y a Vanesa al parque para distraerse y al regresar la invadió el desaliento, al enterarse de que Vicente no le había llamado. Ella tenía la culpa, se dijo furiosa. Había calificado lo que habían compartido como un acontecimiento superficial y, sin embargo, lo único que deseaba era que Vicente la abrazara de nuevo y jurarle que apreciaba como algo valioso su entrega de la noche anterior. Y decirle lo que no tuvo el valor de hacer, que iba a ser padre por segunda vez. Sofía no sentía segura de los verdaderos sentimientos de Vicente, sí quería ser su esposa, pero no por Gabriel o por el bebe que ahora llevaba en su vientre. Si no porque él la amara de verdad. “¿Dijo que amó a Dayana con locura, me tengo que conformar con menos?” Después de v

  • Capítulo 95

    Sofía se sentó a beber el café, y entonces Vicente entró en el cuarto hecho una furia. — ¿Qué le ha pasado al coche? —preguntó Sofía, levantándose para servirle una taza de café. —El árbol ha hundido parte del techo —respondió con amargura—. Me va a costar una fortuna repararlo. — ¿Ese daño no lo cubre el seguro? —No lo creo. Esta clase de accidentes están considerados como “actos de la voluntad divina”, según la opinión de las compañías de seguros. Sofía consultó su reloj. — ¿Eso significa que no podrás llevarlo hasta Puerto Cabello? —indagó preocupada. —El administrador me ha dicho que un amigo suyo nos llevará en su camioneta. Uno de los empleados recogerá el Ferrari después. — ¡Menos mal! —exclamó Sofía con seriedad, arrepintiéndose para sus adentros de haber aceptado cenar con Vicente, y sobre todo, de haber permitido que le hiciera el amor. Esa mañana parecían dos desconocidos hablando de un estúpido coche—. ¿Cuándo nos vamos? —En cuanto llegue el amigo del administrador

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102 chapters
Capítulo 1
La Venganza de Sofía/Maigualida Villalobos
"¡Marina, por favor no te vayas! ¡Abre los ojos, por favor! ¡No me dejes sola! —Sofía sacudía a su pequeña hermana, pero ella no respondía, sentía su cuerpo tan frío, tan inerte. Angustiada corrió al pasillo y gritó hasta más no poder— ¡Doctor! ¡Doctor! ¡Que Alguien me ayude! ¿Por qué nadie me escucha?—vio en todas direcciones y el hospital parecía desierto, corrió hacia la recepción de las enfermeras, pero su cuerpo parecía pesado, al llegar no había nadie— ¿Dónde están todos?— decidió regresar con Marina, pero al llegar su cama estaba vacía— ¿Marina? ¿Quién movió su cuerpo? ¡Marina! ¡MARINAAAAA!" Sofía se despertó llorando y se sentó bruscamente, mirando a todos lados, sudorosa y respirando con dificultad. Al reconocer su habitación, se sintió aliviada. "¡Otra vez esa m*****a pesadilla! Daniela bajó los pies de la cama y vio la hora, eran las cinco de mañana, aún era muy temprano. Se dirigió al baño y se lavó la cara mirándose en el espejo y le habló a su reflejo. —Te lo juro Ma
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Capítulo 2
La Venganza de Sofía/Maigualida Villalobos
“¿Así que esta es la señorita Romero? ¡Vaya al fin la conozco!” —Sofía Espinoza—dijo, estrechando su mano. Se escuchó la campana del microondas. —Volviendo al café del señor Rivas. Es muy sencillo: Una cucharada de café, dos de azúcar, y dos de crema en polvo —dijo, bajando de la alacena los recipientes. — Asegúrese de que sea azúcar regular. Si valora su trabajo jamás le lleve café con endulzante de esos de sobresito. Use azúcar común y corriente. —¿Café instantáneo? ¿Azúcar regular? —exclamé— Pensaría que él tendría alguna preferencia exótica o algo así. —Eso lo deja cuando se va a cenar o está a solas en su casa. Para iniciar el día siempre es la taza de café de la misma manera. No la ha variado en los años que llevo trabajando para él. Sofía Tomó una cucharada de café. —Espere, espere, que sea bien colmada —dijo, enterrando de nuevo la cuchara y sacando tanto café como podía—. Igual lo demás. Siguió las instrucciones, y luego volteo a ver a la señorita Romero, la cual ase
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Capítulo 3
La Venganza de Sofía/Maigualida Villalobos
Al siguiente lunes su primer día de trabajo aseguró de llegar algo más temprano que las ocho de la mañana, su hora de entrada. Debía darle una buena impresión, por lo que esta vez optó por un atuendo un poco más formal: un saco blanco elegante, una blusa azul, y una falda blanca de ajustada que le llegaba a las rodillas. Después de todo, iba a ser secretaria del Presidente, debía lucir de acuerdo a su puesto. Quería instalarse en su escritorio y estar lista para lo que el señor Rivas pudiera necesitar cuando llegara… Profesionalmente hablando, era un excelente puesto, con un gran sueldo. Pero le frustraba tener que repetírselo eso una y otra vez, pues su maldito cerebro se aferraba a recordarle la verdadera razón por la que estaba allí, aunque le costara admitirlo, en el fondo se sentía orgullosa por haber obtenido ese empleo. Saludó al guardia del acceso de los empleados cuando le mostró su gafete. Sólo la vio de reojo y asintió, por lo que seguí hacia las puertas giratorias hacia
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Capítulo 4
La Venganza de Sofía/Maigualida Villalobos
—Gracias, señor Rivas —dijo después de unos segundos de silencio—. Estoy muy contenta por la oportunidad que me ofrece. —Bien —el rostro de Vicente Rivas se relajó un poco al ponerse de pie y tenderle la mano por segunda vez—. Bienvenida formalmente a las empresas Rivas, señora Espinoza. La señorita Romero se encargará de darle su contrato para que lo firme. — Gracias, señor… Quiero agradecerle porque me defendió de la señora Amelia. Pero no debió… —¿Prefiere cederle su puesto a la señorita Landa? — preguntó con una sonrisa. Sofía sonrió, pero pensó. "¿Ya se le pasó el mal humor? ¡Confirmado es bipolar!" —Preferiría no estar en malos términos con la señorita Sarmiento. —Yo me ocupo de ella —dijo, sentándose en su escritorio—. Usted demuéstreme que merece la posición que se ganó. —Pienso hacerlo, señor —dijo con ánimo renovado— ¿En qué puedo ayudarle, además de traerle un café para iniciar bien su día? Él alzó la mirada con una mueca, y deslizó su taza de café vacía hacia ella
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Capítulo 5
La Venganza de Sofía/Maigualida Villalobos
El segundo día de trabajo la señorita Romero le dijo que su jefe estaba en Portugal, así que la llevó a hacer una ronda de inspección por la oficina para presentarla a los demás empleados. La mayoría del personal de la empresa era amable. En el fondo agradeció que no coincidieran con la Gerente de Negocios, Amelia Sarmiento. Cuando la señorita Romero llamó a la última puerta, marcada en letras doradas, Gerente de Finanzas, con el nombre de Ernesto Rivas, Sofía notó que se estremecía y su pulso se aceleraba. Ernesto Rivas se levantó con una sonrisa y con la mano extendida. —Así que Vicente al fin ha encontrado a alguien para reemplazarla, señorita Romero. Empezábamos a pensar que su búsqueda era inútil. —Esta es la señora Espinoza, señor Ernesto —anunció la señorita Romero con indulgencia, devolviendo la contagiosa sonrisa al ejecutivo. — ¿Cómo está? —dijo Sofía en voz baja cogiendo la mano que le ofrecía. Su mano era fría y dura y sus ojos cálidos y brillantes. Sofía pudo confir
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Capítulo 6
La Venganza de Sofía/Maigualida Villalobos
“¡Esto me pasa por idiota! Todavía me está amenazando y yo, como una retrasada, la dejo sola con las carpetas, ¡Me lo merezco por subestimarla! Si me despiden como voy a vengarme de ese hombre, ¡Diantres lo eché a perder todo! ¡Todo este gran esfuerzo por transformarme en secretaria no sirvió de nada!, ¡Te fallé una vez más Marina!” Desde el día en que murió, su hermana Sofía llevaba arrastrando una culpa por no haber cuidado a Marina, como se lo prometió a su madre en su lecho de muerte. Necesitaba mantenerse ocupada hasta que acabara la conferencia, así que se puso a organizar el escritorio de su jefe, con manos temblorosas archivó algunos documentos y por estar distraída al introducir un documento en el archivero, se cortó un dedo con la orilla de un papel. —¡Auch! ¡Diantres! Sofía se miró el corte y fue el colmo para sus nervios, sus lágrimas acudieron a sus ojos y se fue rápidamente al baño privado de su jefe, colocó el dedo bajo el grifo del agua, mientras su cuerpo se agitab
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Capítulo 7
La Venganza de Sofía/Maigualida Villalobos
 Vicente colgó la llamada y respiró profundo. Aquella era su parte menos preferida de ser el dueño de la empresa, lidiar con idiotas incapaces de reconocer sus errores. Quizá Ernesto tenía razón y debía delegar algunas de sus responsabilidades.De pronto escuchó voces alzadas fuera de la puerta de su oficina.—¡Un poco de paz, por Dios! —dijo para sí mismo, yendo hacia la puerta. Al abrirla, vio a Sofía frente a su puerta, impidiéndole el paso a Amelia.—¿Qué demonios está pasando aquí? —dijo, todavía enfadado por lidiar con los encargados de Roma.—Tu estúpida secretaria no quiere dejarme pasar —dijo Amelia apuntándole su dedo a Sofía.—¿Disculpa? —dijo Sofía, al parecer a punto de lanzársele encima como una fiera.—Y
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Capítulo 8
La Venganza de Sofía/Maigualida Villalobos
Sofía entré despacio a su oficina. Vicente estaba de espalda. Mirando por la ventana. —¿Señor Rivas? —preguntó, y él no contestó. Solo se dio la vuelta sin mirarla, se dirigió a la puerta, la cerró despacio. Miró el pomo unos momentos, y decidió cerrarla con seguro. Él se reclinó de la puerta y la observó intensamente. —¿Está bien? —preguntó Sofía luego de dar un par de pasos hacia él. Vicente no contestó, respiró profundo y se acercó lentamente sin dejar de mirarla como un león a punto de atrapar a su presa. Sofía se quedó embelesada, viéndolo a los ojos por largos, y embriagadores instantes. Cada célula de su cuerpo la traicionó, le rogaba que se lanzara hacia él, que se rindiera al calor que su cuerpo emanaba, que cediera ante el arrastre del irresistible magnetismo que despedía Vicente en ese momento. De pronto él la tomó de la cadera, y la besó, sus labios presionaron contra los de ella con una intensidad que la encendió al instante, despertando de golpe el deseo y la pasión qu
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Capítulo 9
La Venganza de Sofía/Maigualida Villalobos
— ¿Es esto todo lo que tienes que decir? —Preguntó Ernesto, sonriéndole a Sofía—. Después de esa carrera de mecanografía impecable, lo menos que puedes hacer es ofrecerle a esta pobre esclava una buena comida. La pobre esclava le lanzó una mirada hostil al intruso. —No será necesario, señor Rivas. Ya he quedado para comer. —No me sorprende —contestó Ernesto Rivas, contemplando su hermoso rostro—. Espero que ese afortunado la haya esperado. Vicente Rivas le lanzó una mirada resentida a Sofía, que se sentía acalorada e irritada. — ¿Está preparada la sala de conferencias para la reunión de esta tarde, señora Espinoza? —preguntó con furia el ejecutivo. El color se acentuó en el rostro de Sofía y Ernesto observó sorprendido a la pareja. —Desde luego, señor Rivas. Solamente falta colocar estos informes, pero los distribuiré ahora, por si acaso tardo un poco en regresar —añadió con toda intención, consultando su reloj. Le alegró descubrir que había dado en el blanco, pues Vicente Rivas
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Capítulo 10
La Venganza de Sofía/Maigualida Villalobos
—Está muy ocupada —afirmó una voz familiar cuando terminó de sellar la última de las cartas de Ernesto. Su corazón dio un salto inesperado y le tomó cierto tiempo sonreír para darle la bienvenida a Vicente, que estaba apoyado en la puerta. —Buenas tardes, señor Rivas. No lo esperaba hasta mañana. Sofía se sintió indefensa ante el placer que experimentó al ver a su jefe. —He terminado de arreglar mis asuntos antes de lo que había calculado —la miró fijamente—. Confío en que mi hermano no la haya explotado demasiado, señora Espinoza. Parece cansada. —Es el calor —explicó con brevedad y cerró la carpeta que contenía la correspondencia de Ernesto—. ¿Le gustaría tomar un poco de té? Vicente suspiró, parecía exhausto. —Lo que de verdad me gustaría es un vaso de ginebra con una tonelada de hielo, pero quizá se me suba a la cabeza y podía ser que no llegara a mi casa si accedo a la tentación. —Puede llamar a un taxi o pedirle a su hermano que lo lleve —sugirió Sofía. — ¿Sabe? —Vicente
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