Capítulo 88

Kael

El silencio se había vuelto una presencia constante.

Ya no era solo la ausencia de su voz o el eco lejano de su risa por los pasillos… era un vacío que respiraba conmigo, que me pesaba en el pecho cada vez que abría los ojos y recordaba que Danae ya no estaba.

Habían pasado dos semanas desde que esparcimos sus cenizas sobre el lago. Dos semanas desde que la vi por última vez —o lo que creí que quedaba de ella—. Desde entonces, cada día había sido una lucha para mantenerme en pie.

La casa, antes llena de vida, ahora era un refugio roto. Los juguetes de los niños seguían en el mismo lugar donde ella los dejó. El perfume de Danae aún se aferraba a las cortinas de la habitación. Y yo… yo seguía esperando verla aparecer en cualquier momento, con esa sonrisa que siempre lograba romper mi dureza.

Pero el milagro no llegaba.

Lucas se había encerrado en sí mismo. Apenas hablaba, y cuando lo hacía, era para preguntar cuándo volvería mamá. No comía. Solo se sentaba frente a su plato, mirand
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