Capítulo 45

Kael

El cristal estalló contra la pared con un sonido seco. Vi cómo los fragmentos caían en todas direcciones, brillando con la luz del despacho como si fueran pedazos de estrellas muertas. El whisky se derramó por el piso, impregnando el aire con ese olor amargo que me recordaba a tantas noches solitarias. Respiré hondo, con la mandíbula tensa, los nudillos aún ardiendo por el golpe que acababa de darle al escritorio.

Era inútil. Golpear, romper, gritar en silencio… nada apagaba el incendio en mi pecho.

Danae.

Su nombre era una condena en mi mente, una que se repetía sin descanso, como un eco que no sabía callar.

Me apoyé contra el escritorio, con el pecho agitado. Afuera, podía escuchar a mis hombres moverse inquietos, seguramente preguntándose por qué carajo no había dado ya la orden de rastrear a Danae y a Lana. Lo esperaban de mí. Kael Montenegro siempre controlaba todo, siempre recuperaba lo que era suyo. Pero esta vez… no.

Porque esta vez, buscarla sería su sentencia.

Cerré los
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