Kael
Las malas noticias siempre llegan cuando uno intenta concentrarse. Yo estaba revisando unos contratos de importación cuando Matteo me llamó para decirme que uno de mis choferes necesitaba hablar conmigo… urgente.
El hombre entró nervioso, gorra en mano, sin mirarme directamente.
—Señor… hubo un pequeño desvío cuando llevaba a la señorita Danae a su casa.
Mi mandíbula se tensó.
—¿Qué clase de desvío?
—Ella… me pidió que me detuviera frente a una florería. Dijo que solo serían unos minutos.
Me quedé en silencio. El chofer tragó saliva, como si temiera que lo hiciera desaparecer de la faz de la tierra.
—¿Entró sola? —pregunté al fin.
—Sí. Salió unos diez minutos después… parecía pensativa. No vi nada extraño, pero… —se encogió de hombros— no me pareció que fuera algo planeado.
Anoté mentalmente el nombre y dirección de la florería. No era coincidencia. Danae no hacía nada sin un motivo. Y si estaba investigando algo por su cuenta… podía terminar muerta antes de entender siquiera en