Danae
Volver a la oficina de Kael después de todo lo que había pasado se sentía como caminar sobre hielo fino. El edificio tenía el mismo olor a madera y cuero, las mismas paredes cubiertas de cuadros oscuros y costosos… pero yo ya no lo veía igual. Cada rincón me recordaba las discusiones, las miradas tensas y las advertencias sobre Adrian Loumet.
Kael había salido temprano para una reunión, y me dijo que lo alcanzara más tarde con los informes revisados. Me concentré en la computadora, intentando ignorar la ansiedad que me provocaba estar aquí, sola.
No escuché la puerta abrirse. Solo percibí un cambio en el aire, como si la temperatura hubiera bajado de golpe.
—Vaya… aquí está la famosa asistente de Kael —dijo una voz grave, sedosa.
Levanté la vista. Adrian Loumet estaba en el umbral, traje gris perfectamente entallado, sonrisa calculada, y unos ojos que parecían diseccionarme. Lo había visto en fotografías, pero en persona su presencia era más… peligrosa.
—Señor Loumet —respondí,