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Adrien bajó la mirada sólo para encontrarse con la cabellera de Hana, dejándola descansar y aliviarse con su aroma. Tenían muy presente que pronto no sólo necesitaría el aroma y supresores para sentir alivio, pero Adrien no estaba dispuesto a hacerle algo. Hana le miró minutos después, notando que los ojos de Adrien se encontraban cerrados. Hana intentaba hacer lo mismo, pero la necesidad de pensar las cosas no le permitían siquiera cerrar uno de sus párpados. Mientras pensaba en cualquier tema irrelevante, recordó el miedo que había sentido cuando Camila apareció en la mansión; ese temor que tuvo al creer que Adrien también la desplazaría por una Omega mejor.

Recordaba con claridad el miedo, sí, pero también la molestia que recorrió su sistema y por la cual estuvo a punto de golpear a Camila, de no ser porque Adrien le detuvo. Pensó en que sólo se sentía protegida con el pálido, y extrañamente, querida. Adrien fue el que estuvo allí cada vez que lloraba como una cachorra perdida, cad
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