Durante las primeras semanas de gestación, Valentina recibió una visita inesperada que altero la paz en la mansión que compartía con Mateo. Isabella hizo su aparición sin previo aviso, su figura elegante y esbelta recortándose en el marco de la entrada principal.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Valentina con voz helada, apretando inconscientemente sus manos—. No recuerdo haberte extendido una invitación, así que te sugiero que abandones mi casa inmediatamente. —Sabía perfectamente que los motivos de Isabella distaban mucho de ser una visita social.
—Vine a ver a Mateo. Tenemos asuntos pendientes que... —La frase quedó truncada cuando su mirada escrutadora detectó los cambios en la silueta de Valentina. Una risa cargada de sarcasmo escapó de sus labios perfectamente delineados—. ¡Dios mío! ¿Qué te ha pasado? Mateo merece a una mujer que se mantenga en forma, no…esto— gesticulo con desdén— Definitivamente ya no estás a la altura de Mateo. ¿Cómo puede soportar a una mujer que se descuida