Las alarmas en la mansion Romanov se encienden una vez más ante el ataque del que son objeto, el sonido no es estridente. Es alertador. Profundo. Como un rugido que anuncia peligro en todas las direcciones. Nicolay lo reconoce ya que lo ha escuchado antes en Chechenia. En Moscú. En su propia casa. En aquella ocasión era un crio de nueve años a quien le arrebataron su familia.
La Bratva, cobraba una deuda.
Y su padre debía pagar. Los recuerdos más cruentos lo azotan como un látigo en la espalda. El dolor, los gritos de su madre siendo maltratada y violada por ellos y… los disparos ensordecedores rompiendo el viento en cada espacio y él… él en medio de todo.
Esos recuerdos jamás lo dejaran en paz.
Emily lo sigue, él la arrastra hacia un lugar seguro siendo la Mansión una fortaleza. Su mano atrapada en la de él. No sabe si tiembla por miedo o por el calor que le transmite. Nicolay no habla tampoco explica, solo camina hacia adelante como un dios que sabe que el mundo le pertenece y que e