Dean le pidió a los sobrevivientes reunirse en el salón principal, se organizó con los demás guardias para que pudieran mover a todos, se dio cuenta que el espacio empezaba a verse demasiado pequeño porque habían demasiados refugiados, esos malditos vampiros los estaban dejando sin recursos, habían acabado con las otras manadas y seguramente seguían ellos, necesitaban hacer algo y no solo alejarlos de su territorio.
Los refugiados empezaron a moverse despacio mientras que Lyra los observaba desde el frente viendo como se reunían en el salón. Algunos llevaban los hombros encorvados por el cansancio, otros abrazaban con fuerza a sus hijos, como si temieran perderlos si los soltaban un solo instante. Ya conocía algunos, antes de que llegarán la manada Oeste, había pasado tiempo con la manada Sur. Dean llegó a su lado, firme como siempre, pero le había cedido a ella la palabra. Era consciente de que los sobrevivientes la conocían y, en cierta forma, confiaban más en su cercanía que en la