Ariana siempre ha sabido que su destino estaba sellado por su manada. Como la hija del Beta, su deber era proteger a su gente, incluso si eso significaba ignorar sus propios deseos. Pero el día en que sus ojos se encuentran con los de Killian, el Alfa de la manada enemiga, su mundo se derrumba. El vínculo es inmediato, una llamada irrefutable de la luna, pero aceptar a Killian significa traicionar a su gente. Él es el hombre que ha sido criado para odiar, el líder de aquellos que han amenazado a su manada durante años. Sin embargo, la conexión entre ellos es innegable, y mientras los secretos y traiciones se desmoronan a su alrededor, Ariana se ve obligada a elegir: su lealtad o su amor. Pero en un mundo donde la sangre dicta el destino, desafiar a la luna podría significar la muerte.
Leer másKillianLa guarida está en silencio. La guerra se acerca, lo siento en cada rincón de esta habitación. Cada respiración que tomo, cada suspiro, está impregnado con la tensión de lo que está por venir. Las paredes de piedra parecen apretar, como si fueran a desmoronarse de un momento a otro. Mi mente no encuentra paz. La única constante en ella es ella. Ariana.Hace días que no puedo dejar de pensar en ella, y cada vez que lo hago, me siento más cerca de perderme. De perderme a mí mismo. Como si todo lo que he hecho hasta ahora fuera una mentira. La manada. La guerra. Todo parece insignificante cuando pienso en ella. Todo se reduce a una sola cosa, a una sola persona. Y lo peor de todo es que ni siquiera sé si ella
ArianaLa puerta se cierra tras de mí con un golpe seco, el eco resuena por todo el pasillo. Todo está en silencio, como si el mundo hubiera dejado de moverse. En mi mente, las palabras de mi padre siguen retumbando, una y otra vez, como un martillo golpeando el metal. “Elige un bando, Ariana. O nuestra manada, o lo que quede de tu familia.” Como si eso fuera algo fácil. Como si pudiera simplemente ignorar lo que siento por Killian. Como si pudiera apagar el fuego que se enciende cada vez que lo miro.La tensión en el aire es palpable. Mi respiración se acelera, pero intento calmarme. No puedo permitirme mostrar debilidad. No ahora. No frente a él. Camino hacia la ventana, observando el atardecer, ese mismo cielo que siempre me ha dado consuel
KillianLa sala está fría. Las paredes de madera oscura parecen absorber todo lo que se dice aquí, incluso las tensiones que se acumulan en el aire como un peso imposible de soportar. Miro a los hombres y mujeres alrededor de la mesa, los miembros de mi consejo, quienes han estado a mi lado durante años, pero que, en este momento, se sienten más como extraños que aliados. Cada uno tiene su propio interés, su propio motivo para estar aquí, y en el fondo, todos se preparan para lo que viene, ya sea por lealtad o por su propio beneficio.Mis ojos recorren a los presentes, buscando algo que me tranquilice, pero no lo encuentro. La guerra es inminente, y todos lo sabemos. La manada rival está lista para atacar, y si no hacemos algo pronto,
ArianaLa habitación está en silencio, solo el crujir de las maderas bajo mis pies y el murmullo del viento fuera de la ventana me acompañan. El aire se siente denso, como si estuviera presionando sobre mi pecho, oprimiendo cada uno de mis pensamientos. No puedo dejar de pensar en lo que ha sucedido, en la guerra, en las vidas que se han perdido y en los sentimientos que siguen ardiendo dentro de mí, cada vez más intensos, más peligrosos.Killian… ese nombre se repite constantemente en mi mente, como un mantra que no puedo ignorar. La mezcla de deseo y odio hacia él me consume. Lo necesito cerca, pero al mismo tiempo sé que su presencia es una amenaza. No puedo seguir sintiendo esto. La razón me grita que debo mantener la dista
KillianLas noticias llegaron antes del amanecer, envueltas en el aliento helado de un mensajero que apenas logró mantenerse en pie frente a mi puerta. El suelo aún estaba cubierto de escarcha, y la sangre en su ropa no era suya. Venía de las lindes del bosque, donde los espías de mi manada habían desaparecido uno a uno como hojas arrastradas por el viento.—Los Moretti se están movilizando. —La voz del chico tembló más de lo que debería.Me quedé en silencio un segundo. Solo uno. Porque después de eso, todo dentro de mí rugió.—Despierten al consejo —ordené—. Ahora.No grité. No necesitaba hacerlo. Todos sabían
ArianaEl sabor de su boca todavía está en la mía.Y me odio por ello.El viento frío me azota el rostro cuando llego al límite del bosque, justo donde el sendero de piedra anuncia el regreso a casa. A mi jaula. A la realidad.Camino con pasos firmes, aunque por dentro me estoy desmoronando.Cada árbol que dejo atrás parece susurrarme su nombre. Killian. Cada ráfaga de viento, cada trino apagado por la tormenta que empieza a calmarse, me recuerda que lo besé primero… y que después, lo besé más fuerte. Que lo golpeé. Que lo deseé. Que no huí.
KillianEstoy perdiendo la jodida paciencia.Ariana me evita como si yo fuera la plaga. Como si cada segundo que compartimos no hubiera encendido algo imposible de ignorar. Como si no sintiera el mismo fuego corriéndole por las venas cada vez que nuestros cuerpos se rozan —aunque sea por accidente, aunque ella finja que no lo nota.Y eso me está volviendo loco.Me crié entre estrategias, traiciones y guerras silenciosas. Sé leer señales. Sé cuando alguien quiere correr, y cuando solo necesita que alguien la detenga antes de hacerlo.Ella necesita que la detenga. Lo sé. Lo siento. Y aún así, me empuja como si fuera su peor amenaza. Como si temiera que yo pudiera ro
ArianaDesde que crucé el límite del territorio, algo en el aire me hizo tensar los músculos. Era como si mi piel supiera algo que mi mente aún no terminaba de procesar. Una punzada en la nuca, un cosquilleo entre los omóplatos. La sensación inequívoca de que alguien me estaba mirando.Otra vez.Lo ignoré al principio. Pensé que era mi culpa. Que la culpa la tenía Killian, con sus palabras cargadas de deseo, con esa mirada suya que parecía desnudar más que mis pensamientos.Pero no era él.Killian no era sutil. No sabía acechar en silencio. Su presencia se sentía como una tormenta rugiendo en la distancia. Y esto… esto era diferente. Era como una sombra pegada a mis pasos. Invisible, pero constante. Como si alguien hubiese decidido seguirme, pero sin querer que lo supiera.Y yo… lo supe.Esa noche, fingí dormir.Esperé en mi cama con los ojos cerrados, escuchando cómo el viento agitaba las ramas de los árboles más allá de mi ventana. Esperando ese crujido leve, ese roce que ya había se
KillianEl viento nocturno acariciaba mi rostro mientras me adentraba en el bosque. Los árboles susurraban secretos antiguos, y cada crujido bajo mis botas resonaba como un eco de mi determinación. No podía ignorar más la conexión que sentía con Ariana. Si ella era mi mate, necesitaba respuestas.La seguí hasta el río donde solía jugar de niña. El agua fluía tranquila, reflejando la luz de la luna. Allí estaba ella, con la mirada perdida en el horizonte, ajena a mi presencia.—¿Pensabas que podrías esconderte de mí? —mi voz rompió el silencio.Ariana se giró lentamente, sus ojos brillaban con una mezcla de sorpresa y desafío.—No me escondo. —Su tono era firme, pero su cuerpo traicionaba su calma aparente.Me acerqué un paso, acortando la distancia entre nosotros.—Entonces, ¿por qué huyes cada vez que me acerco?Ella desvió la mirada, sus labios temblaban ligeramente.—Porque esto no puede ser. —Susurró.La tensión entre nosotros era palpable. Cada fibra de mi ser clamaba por acercar