Justo cuando me dispongo a ir al indio a por algo de comer, Laura aparece ante mí.
—¡Entrega para Addison! —me grita, y deja una caja sobre su escritorio. ¿Qué es esto? ¿Cómo saben que estoy en la editorial?
—Gracias, Laura.
—Cuéntame, quién era ese hombre. —Pone las manos sobre la mesa y se inclina hacia mí.
—¿Qué hombre? —repongo demasiado de prisa. Creí que nadie me había visto con él.
Retrocedo con la silla para poner algo de distancia entre la presencia interrogadora de Laura y yo.
—Yo te vi con un hombre en el Gramur, aunque tu reacción lo dice todo. —Me mira con los ojos entrecerrados y yo me pongo como un tomate.
—Sólo un invitado de Richi —digo, y me encojo de hombros.
La mirada inquisidora de Laura se desvía hacia mis dedos, que juguetean con un mechón de mi pelo.
Lo suelto y agarro rápidamente mi celular. Tengo que mejorar mi capacidad para mentir. Se me da fatal. Se pasa la lengua por el interior de la mejilla, se pone de pie y se marcha de ahí.
Pero ¿qué me pas