Sin duda el beso quería decir: «Mira lo que te estás perdiendo». Y ha funcionado.
—¿Cuántos años tienes, Jesse? —grito.
Él se gira y sigue caminando de espaldas con una media sonrisa en los labios.
—Veinticuatro.
Yo dejo caer los hombros y emito un largo suspiro de frustración.
—¿Cuántas veces tengo que preguntártelo hasta llegar a tu edad real?
—Bastantes.
Se levanta un poco las gafas y me guiña un ojo antes de volverse de nuevo y seguir alejándose con sus andares sexy. Todo lo que hace me resulta tremendamente sexual, su manera de comportarse, tan seguro de sí mismo y tan viril. No me extraña que las mujeres caigan rendidas a sus pies. Es Mr. Sexo personificado. Y puedo dar cuenta de ello.
El motor cobra vida y su coche arranca como si estuviese en una carrera de adolescentes. Tal vez sí que tenga veinticuatro años. Desde luego, a veces se comporta como si así fuese.
Llego a la casa de Nina y me encuentro con Ethan. El me saluda y me señala escaleras arriba, donde deb