—Saltaba a la vista que contigo era distinto. Nick White no persigue a las mujeres. Nick White no se lleva a nadie a casa. Nick White no es abstemio. Has cambiado a ese hombre. Has hecho lo que muchas mujeres han intentado hacer durante años sin éxito. Addison, te has ganado a Mr. sexo. —Se pone en pie—. Felicidades, señora White. Cuídalo bien. Hazlo muy feliz. Se lo merece.
Y se va.
La veo desaparecer del Starbucks y me entran ganas de llorar otra vez. Me he ganado a Mr. sexo.
Lo he hecho cambiar. He hecho que dejara de beber y de follarse a todo lo que se movía. He hecho que sienta y que ame. Y me ama. Vaya si me ama. Y yo también lo amo. Necesito verlo. Maldita sea Ruth Quinn, la reina de las pesadas.
Me pongo en marcha y corro al parking para recoger mi regalo. Por el camino, llamo a Lucas.
—¡¿Qué te ha dicho?! —chilla por teléfono. Ni siquiera ha dejado que sonara.
—Me ha pedido perdón. —Me falta el aliento—. Oye, voy a tener el bebé.
Se ríe de mí.
—¡Estaba más que dicho, tonta!