He puesto a Nick White en su sitio y me he ahorrado tener que sentirme tremendamente culpable otra vez.
Debo ignorar este terrible dolor de estómago, porque reconocerlo sería como admitir a gritos ante mí misma y ante Nick que... sí, yo también lo siento.
Al otro día salgo de la casa y me sorprende ver las llaves de Tiny en una de las masetas y mi hermoso auto aparcado en la acera. Ya no tendré que sufrir sin el.
No he pegado el ojo en toda la noche por no dejar de pensar en Nick y todo lo que pasó a noche. No sé si la próxima vez que lo vea pueda resistirme o si acaso el hecho de que me regresara a Tiny fuera una señal de rendición.
—Addi, ¿no cenaste anoche? —Lucas me pregunta y lo miro de reojo.
No quiero preguntar, pero me parece extraño que no pase las noches en la casa. Se que es su vida y que puede hacer lo que quiera. Sin embargo, me preocupa.
—¿Todo bien hermano? —pregunto. También porque es raro que no me esté molestando con el tema de que le diga a Nina que esta de reg